Capítulo V

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Julio, 2007Tres meses después

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Julio, 2007
Tres meses después

El sonido de sus tacones repiqueteaba en la acera mientras, con un grácil movimiento, compensaba el peso de las bolsas con estampados de diseñadores que llevaba en ambas manos. Adoraba que llegara el verano para echarse a las tiendas, ojear por fin las nuevas temporadas e incluso pecar comprándose más de un traje de baño.

Suspiró.

Ojalá ese año pudieran ir de nuevo a la playa. Todos juntos, sin que Patrice consultara la agenda para cualquier cena informal o su hijo buscara un hueco para simplemente volver unos días a casa.

El cabello largo y negro de Annette caía en cascada con sus perfectas ondas. Un sutil maquillaje y toda ella elegante, enfundada en un traje rojo de dos piezas. Más tarde debía ir al taller a buscar su coche después de una revisión rutinaria. Aun así, se había planteado repetir otro día el paseo de apenas veinte minutos hasta el centro.

Aunque los zapatos la mataran.

—¡Mamá!

Su rostro se giró por instinto cuando oyó el grito a lo lejos. En exactamente dos segundos su mente le clarificó que tal llamado no podía ser para ella.

Y volvió a suspirar.

Su Harry estaba tan lejos, todavía en Londres... Formando su vida, cosechándose, viajando y haciendo todo eso que hacían los chicos de su edad... Y, por supuesto, llamándola sólo cuatro veces a la semana aunque no se despegara de su teléfono móvil y se asegurara de que cualquier sonido que emitiera el aparato estuviera al máximo.

Quizás, solo quizás, le estuviera costando mucho más de lo que imaginó sobrellevar el síndrome del nido vacío.

Dirigió su vista hacia la casa de sus vecinos y ladeó una sonrisa cuando vio a un chico corretear hasta el porche de la entrada.

—Buenas tardes —saludó cuando se percató de que la escucharían.

Louis dio un brinco cuando se giró jadeante hacia la mujer, a unos metros y con la valla baja de metal de la entrada de la casa cerrada. El menor bajó los dos escalones que subió de un salto e inspiró para controlar su respiración agitada por la carrera.

—Buenas tardes, señora Styles. —Louis se mordió la cara interna de una mejilla cuando la omega esbozó una de esas sonrisas; las que sólo parecían salirle a las madres—. ¿Qué tal está?

—Muy bien, gracias. —Annette no pudo evitar llevar su mirada hasta el garaje que siempre mantenía el portón abierto. Ensanchó su sonrisa cuando uno de aquellos trastos con los que su vecino siempre andaba le resultó familiar—. Me alegra que le saques provecho. Sin duda, en tu garaje luce mucho mejor que en el nuestro.

Louis sintió las mejillas enrojecer cuando la mujer hizo alusión a la Aprilia deportiva en la que hacía unos minutos se encontraba trabajando. De hecho, había llamado a su madre para que le acercara unos trapos y el maletín de alicates que había dejado en el recibidor.

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