Capítulo XIV

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El cuarto golpecito de su frente contra el cristal de la ventana le hizo cerrar los ojos e inspirar hondo por la nariz

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El cuarto golpecito de su frente contra el cristal de la ventana le hizo cerrar los ojos e inspirar hondo por la nariz. Se podía decir que hasta al propio reloj le pesaban las horas. El clima seguía sombrío y el silencio se había apropiado de toda estancia, en cualquier momento.

George Tomlinson fue incinerado el 27 de marzo de 2008. Sus cenizas y las de cuatro de los nueve marineros que iban a bordo del Porta Elyse fueron arrojadas al mar en el puerto de Plymouth. El ayuntamiento de la ciudad había decretado tres días de luto por la tragedia.

Aquel era el tercero.

Harry se alejó de la ventana de su habitación pasando ambas manos por su cabellera. Se paseó en círculos como un león enjaulado antes de volverse a abalanzar sobre el cristal.

Daba igual las veces que viera aquella imagen; la punzada en el pecho siempre sería la misma. Porque era una de Louis, sentado en las escaleras del porche trasero de su casa, con una cajetilla de tabaco vacía a su lado. Mirando a la nada. Sólo allí.

La casa de los vecinos de Harry no tuvo movimiento hasta la noche anterior, donde antes de que oscureciera llegaron Louis y su madre. Harry no supo qué debía hacer, pues no veía al omega desde aquella noche donde se desmoronó junto a él en el funeral. Recordaba que cuando las horas pasaron, al llegar de tomar un poco el aire, se encontró con Louis durmiendo apoyado en el hombro de su madre, totalmente vencido por el agotamiento. Fue ahí donde Marjorie les propuso a sus vecinos que se marcharan, pues ya sólo quedaban pocos allegados, era la última noche de velatorio ya que a la mañana siguiente, demasiado temprano, sería la cremación.

Harry había aceptado irse, movido por la confusión y los consejos de los mayores. Entendía la necesidad de privacidad; debía añadirle a eso que Louis no le había vuelto a hablar, envuelto en aquel estado ausente que lo atosigaba. Fueron demasiadas cosas y él también estaba agotado. Sin embargo, no durmió bien a pesar de que Niall intentara distraerlo con conversaciones banales tras haber escuchado todas y cada una de las angustias de su amigo.

La segunda noche tampoco descansó como debía ya que sabía que la casa de al lado volvía a estar habitada.

En el presente, tercer día y por la mañana, no podía despegar la vista de su ventana desde que descubrió que desde allí podía ver al omega. Niall había resuelto todo con demasiada simpleza, con un improvisado "vete a hablar con él". El alfa entonces se quiso tirar de los pelos porque aquello, sin más, no podía ser tan sencillo, ¿no?

Era desesperante.

Debía volver a Londres, por Niall y el bien de que ambos no siguieran perdiendo clases. Su amigo le había jurado que no se preocupara por eso, mas su conciencia era la que pesaba. Nunca se le dio bien eso de asumir que otros renunciaran a algo por él. Niall lo había ayudado y no podía estar más agradecido por eso, sin embargo, todo ello hacía que la presión también aumentara. ¿Qué se suponía que debía hacer con Louis? Era totalmente frustrante no saber cómo actuar; no saber si la cantidad de cuestiones que lo atormentaban iban a tener respuestas.

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