Capítulo X

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            —¡Cuidado!

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—¡Cuidado!

No frenó. Creyó que aquel amago de pisotón que dio en el suelo lo haría, pero no. Saltó del skate antes de que ver el hormigón demasiado cerca. Se estabilizó entonces con los brazos. En una posición en ángulo recto jadeó, observando cómo aquella tabla con ruedas, que estaba seguro había diseñado el mismísimo demonio, rodaba lejos de él. Posó ambas manos en sus rodillas, curvándose hacia adelante mientras tomaba profundas bocanas de aire. El corazón se le iba a salir del pecho.

—Me rindo —se quejó con voz rasposa y respiración agitada.

No levantó la vista ni cuando sintió ciertas pisadas tras él. El skate volvía a estar a sus piess. Quiso gruñir por eso, pero una risa desvió irremediablemente su atención.

—A ver... —comenzó la voz—. Lo has hecho mal, sí. Fatal. Pero es que te apuras cuando ya estás encima de la tabla. Pareces una momia, ¡tienes que buscar el movimiento con el cuerpo, Harry!

El ojiverde bufó.

Haber dicho que sabía "algunos movimientos" había sido un tremendo error. No lo imaginaba tan difícil. Ya había mantenido el equilibrio en un invento del inframundo como aquel. O al menos en algo parecido. Era precisamente en la tabla de Louis donde era incapaz de mantenerse erguido. Sentía que era imposible, que tropezaba con sus propios pies y que la caída era inminente. ¡Cómo iba a mover las rodillas si veía que eso era como aproximarse al vacío!

Ignoró el gesto de Louis cuando este le volvió a señalar su skate.

—Es que el que yo probé era más grande. Te juro que con ese no me caía.

El de ojos añiles colocó los brazos en jarra, ladeando el rostro para observarlo. Harry seguía en aquella posición jadeante, retirándose unas inexistentes gotas de sudor de la frente. Louis puso los ojos en blanco, negando con la cabeza y esbozando una sonrisilla.

Se habían encontrado hacía cerca de una hora en aquel parque. Harry fue puntual, y a las cinco de la tarde paseó distraído por allí, con las manos metidas en los bolsillos de su sudadera, siendo un especialista en disimular cómo miraba hacia todos lados mientras chequeaba su reloj. Louis apareció sólo cinco minutos más tarde, montando en su tabla y bajando de un salto tres escalones para dirigirse hacia él.

Y puede que Harry tragara saliva cuando el ambiente se avinagró al encontrarse.

El alfa se atavió con la ropa más deportiva que pudo encontrar en su armario; aquella que no lo acompañó a Londres y la cual si no lo hizo fue por algo. Nunca le gustó vestir con chándal y mucho menos usar deportivas, pero se negaba a combinar sus botas de piel negras con aquel pantalón azul marino y horrorosas rayas a los costados. Optó por sacar unas zapatillas Nike que nunca había usado de la caja y combinar todo con una camiseta básica blanca. Suspiró antes de salir de casa tras colocarse la parte de arriba del chándal, a juego.

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