Capítulo XXVII

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—Harry

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—Harry...

Había intentado llamarlo dos veces mientras se removía con cuidado entre sus brazos. Se habían dormido hacía apenas dos horas. Louis no sabía exactamente qué hora era, pero suponía que de madrugada ya que ni un rayo de luz se colaba por la ventana.

Suspiró cuando el alfa soltó un bufido, aferrándolo más a él.

—Harry, necesito ir al baño. —Lo movió por cuarta o quinta vez y el aludido al fin abrió los ojos, desorientado—. Baño...

Tuvo que pestañear un par de veces más para entender lo que había dicho el omega. Su cuerpo se tensó.

—¿Estás bien? Te acompaño.

Las mejillas de Louis se enrojecieron al instante.

—Estoy bien. Sólo necesito lavarme. —Se mordió el labio inferior, incapaz de sostenerle la mirada. Harry había encendido la luz de su mesilla—. Es sólo que m-me siento húmedo. No me es cómodo...

Un gruñido no tardó en emerger del pecho de Harry. Se las arregló para removerse entre las sábanas, pegando a Louis de nuevo a él.

—Si me dices eso no te dejo salir de la cama.

Estaban desnudos; sentía su cuerpo caliente. El omega quiso jadear mientras era aquella vibración del pecho ajeno la que no lo dejaba pasar saliva.

Harry... se sentía muy alfa.

—Hueles tan bien —volvió a hablar el mayor, acariciándole la cadera con una mano mientras perdía la nariz en sus cabellos despeinados.

Louis sólo podía sentir una punzada ardiente en la boca del estómago. Cosquilleaba ligeramente.

—Será sólo un momento. Me siento incómodo...

Dejó que el alfa lo inspeccionara un poco más antes de notar cómo aflojaba el agarre. Desfrunció el ceño y dejó que Louis se deslizara de la cama completamente desnudo.

Harry intentó controlar el gimoteo al verlo.

Louis respiró hondo al entrar al cuarto de baño. Se dio cuenta de que le hormigueaban la yema de los dedos y plantas de los pies. Le llevó unos segundos caminar hasta el lavamanos. Cada paso era en sí incómodo. Jamás había estado tan empapado. Sus piernas resbalaban con cada movimiento; sentía el flujo en sus zonas más íntimas.

Agradeció la existencia del bidé y se lavó lo más rápido que pudo, secándose luego a conciencia con una toalla que tiró al cesto de la ropa sucia. Prefirió no mirarse al espejo antes de volver a salir.

Harry estaba sentado en su lado de la cama, con las sábanas cayendo sobre sus muslos. Louis sintió otro cosquilleo en la espina dorsal al verlo. La luz de la mesilla le iluminaba ligeramente el perfil.

—Ven...

El omega tragó saliva antes de volverse a subir a la cama. A pesar de su desnudez, Harry lo miraba a los ojos.

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