Capítulo XXXII

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Esto va dedicado a TODOS los que me leéis, apoyáis y esperáis esta historia.

Es toda vuestra...


Ceño fruncido, labios prensados y mandíbula tensa

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Ceño fruncido, labios prensados y mandíbula tensa. Harry enarcó una ceja cuando Louis cerró un ojo en una leve expresión de dolor. Tenía un gruñido atascado en la garganta.

—Listo. Vengo en un momento.

El de ojos añiles asintió sonriente cuando la persona que habló salió. Al girarse a mirar al alfa, su expresión tornó incluso a divertida.

Y suspiró.

—Me engañaste el día que te conocí.

Harry dio un respingo, con el mismo semblante de pocos amigos.

—¿Qué? ¿Por qué?

—Me diste a entender que no eras un alfa que gruñía, ¿recuerdas? Pero lo haces todo el tiempo.

Acto seguido, el omega alargó un brazo para dar un toque donde el entrecejo del mayor se arrugaba. Con dos dedos.

—No me gusta que te duela.

—Es un dolor que vale la pena. No es para tanto.

Harry le acarició la mano que él alzó, besándole los nudillos mientras observaba cómo se fijaba en su otra extremidad. Louis suspiró también, conteniendo las ganas de tocarse la piel recién tatuada de su antebrazo derecho.

—Es muy bonito —aseguró de nuevo, poniéndose a su lado para verlo desde su perspectiva.

—¿Sí? —dijo Louis emocionado—. ¿Te gusta? A mí me encanta, me recuerda a él. Es como si mirara su brazo. Me hace bien. Mi madre y yo fuimos su hogar y yo también quiero indicar el mío así.

Era una brújula la que ahora adornaba con tinta su piel. Una brújula cuya aguja marcaba hacia la palabra "Hogar".

Harry le besó la coronilla.

—Es precioso, Louis.

Él se acurrucó en su toque hasta que el tatuador, alfa, apareció de nuevo en la habitación. El ojiverde lo volvió a mirar mal mientras limpiaba el diseño, lo forraba con papel transparente y le daba un par de indicaciones a Louis de cómo cuidarlo.

Estaban en Camden Town y hacía cuatro días que habían vuelto de Plymouth, con un par de maletas más, la Aprilia y un Harry y Louis a los que cada vez les costaba más estar tiempo separados. Aunque ya no lo estarían tanto porque el omega entraría la semana siguiente a trabajar en Styl. Había firmado ya el contrato.

La vida de Harry y Louis cambiaba y ellos lo hacían con ella. Una unión fuerte y demandante que se basaba en confianza, respeto y aceptación. También en amor.

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