Capítulo XII

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            Al día siguiente, la resaca no fue nada comparada con la sensación permanente de embotamiento en el cuerpo

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Al día siguiente, la resaca no fue nada comparada con la sensación permanente de embotamiento en el cuerpo.

Su garganta estaba seca, sentía la lengua como auténtico papel de lija y el tragar saliva hasta dolía. Harry se revolvió en la cama, enredándose con la única sábana que le cubría el cuerpo, gruñendo al único y débil rayo de sol que se colaba por una de las persianas que no estaba bajada del todo. Cuando, por alguna extraña razón, inhaló y sintió una arcada. La habitación olía a rayos, por decir algo sutil. Vio borroso cuando abrió un ojo y la lámpara del techo le dio vueltas.

Casi tan horrible como cuando entonces intentó incorporarse...

—Harry... —Oyó al otro lado de la habitación.

Cómo no, no le hacía falta ni mirar a Niall para adivinar que estaba hecho un cuadro. Harry al menos conservaba la ropa del día anterior... Su amigo únicamente una falda hawaiana y cantidad de collares de flores que tenía enrollados hasta en las muñecas.

—Dime por qué sigo siendo tu amigo.

Harry descubrió que tenía una voz más ronca de lo normal cuando habló. Desearía vomitar si no supiera que no tenía ya nada que expulsar en el estómago. Tenía muchas lagunas en su cabeza pero en ellas no entraba que no recordara haberlo echado todo en el baño antes de meterse en la cama aquella madrugada. Sí, mientras Niall chillaba algo de no hacerlo en una papelera.

—No lo sé —respondió el otro, sin apenas voz—. Yo mismo me odio. Estoy horrible. Me quiero morir...

Niall enterró la cara en su almohada, totalmente espatarrado en su propia cama.

Sí, Harry tenía lagunas pero no hacia todo lo que se deseaba.

Por suerte o por desgracia, recordaba casi a la perfección cierta llamada.

Así que, imitando a su amigo, también optó por enterrar de lleno su cara en la almohada.

Había llamado a Louis borracho; se había casi declarado a Louis en aquel estado.

Le había hasta rogado...

Oh sí, deseaba hasta asfixiarse con la almohada.

Porque también, lo habían rechazado.

Repasó en su momento aquel instante, desde que tuvo la genial idea de encerrarse en un cubículo de baño hasta que oyó que le colgaban la llamada. ¿Bochornoso? Eso se quedaba vergonzosamente corto. Y realmente no sabía qué lo era más, si el hecho de cómo procedió o asumir que sin estar en aquel estado jamás lo hubiera hecho. ¿Seguir como estaba antes? ¿Sin saber de Louis y comiéndose día a día la cabeza? No, por su propio bien eso tampoco era una opción, ¡pero tampoco el solucionarlo así! Tan de lleno... Y encima, obteniendo la respuesta que no quería oír.

Louis le gustaba, interiorizarlo no fue difícil, sin embargo, el hacerlo con que a la inversa no era así, ya era otra historia.

A Louis no le interesaba una relación, ni un alfa ni nada fuera del celo; fuera del trato. Más de una vez quiso gruñir por eso, de hecho, creía recordar que lo hizo cuando salió del baño. Sí, cuando sólo quería buscar a Niall para lloriquear y que su amigo, con toda la razón del mundo, le soltara otro sermón; lo regañara como a un niño pequeño.

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