Capítulo XXVIII

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—Quién es el niño pijo ahora, ¿eh?

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—Quién es el niño pijo ahora, ¿eh?

—¿Qué?

—¿No me dices así? Niño pijo. Pero aquí el niño duro es el que no sabe freír un huevo.

Louis frunció el ceño aún más de lo que ya lo tenía. Estaban en la cocina tras decidir que prepararían algo rápido para desayunar. Era sábado.

El aceite estaba caliente y Louis tuvo problemas con la cáscara cuando quiso abrir un huevo.

—Bueno... sí, tienes razón. La verdad que me avergüenza un poco. Debería saber hacerlo, casi tengo veinte años. Diablos, claro que debería.

Realmente estaba frustrado. Harry, a su lado, lo miraba divertido. Quizás se había acostumbrado a que a sus padres les gustara cocinar y Marjorie siempre tuviera algo preparado. Él a veces ayudaba a pelar las verduras, cortar algo...

—Veinte años... —habló el alfa, sacando dos huevos más del cartón para descascarillarlos—. Yo estoy cada vez más cerca de los veintitrés.

Louis se apartó cuando el aceite borboteó.

—En febrero.

Harry entonces sonrió, mirando al otro de reojo. Lo había dicho de forma casual.

—Bueno, si quieres puedo enseñarte —volvió a hablar Harry mientras colocaba los huevos ya fritos en un plato.

—Vale.

Louis seguía con el ceño fruncido.

—Me puedes decir los platos que quieres aprender a hacer y... lo intentamos. No soy un experto, pero Niall siempre fue nefasto en la cocina cuando estuvimos en Panamá. Aprecio mi vida, así que aprendí a hacer alguno para no morir de colesterol. Creo que también salvé su vida.

Fue imposible que el omega no esbozara una sonrisa.

—Me parece bien.

—O sino yo puedo cocinar y tú friegas —continuó mientras echaba sal y algunas especias—. Odio eso.

—Pero eso no soluciona nada, seguiría siendo yo el torpe.

—No eres torpe.

—Lo dijiste tú...

—De hecho te dije duro. —El alfa frunció el ceño antes de girarse hacia él—. ¿Yo sí soy un niño pijo?

Ya habían apagado la vitrocerámica y apartado la sartén del calor.

—Harry, tu siempre serás el niño pijo de... ¿Ahora eres el niño pijo empresario? El señor Styles.

El aludido tuvo que reír por el retintín en la voz del otro al pronunciar eso último.

—Me gustaba cuando me llamabas así.

—¿Señor Styles?

Harry ladeó el rostro, mostrando una expresión que podría incluso pecar de tierna.

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