Capítulo XVII

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Enero, 2010 Cuatro meses después

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Enero, 2010
Cuatro meses después

Se masajeó el cuello dejando escapar un suspiro, estirándose en la silla de oficina antes de optar por poner a un lado los informes que revisaba. Apenas eran las diez de la mañana y sentía que necesitaba otro café.

Dos golpecitos en la puerta de su pequeño despacho le hicieron alzar el rostro.

—Hola, belleza. —Sonrió a quien de inmediato entró sin esperar la invitación. Era José—. No te vi llegar esta mañana.

El panameño se había apoyado con un hombro en el marco de la puerta, dibujando una sonrisa en su rostro bronceado mientras enarcaba una de sus perfectas cejas. Vestía unos vaqueros ceñidos junto a una camisa y americana negra. Era como el otro José. Lejos quedaba el que usaba pantalones holgados, iba descalzo y fumaba cachimba.

El alfa chasqueó la lengua antes de tomarse la libertad de acomodarse mejor en su silla.

—Es que entré a las ocho, para compensar la ausencia de ayer.

José, por toda respuesta, ladeó el rostro, analizando mejor a su amigo.

—¿Ya te encuentras mejor?

—Como un roble —guiñó Harry, pretendiendo una sonrisa convincente.

—Bueno, eso espero. Te buscaba porque tienes una videoconferencia en la sala de juntas. Al parecer es de una empresa de Inglaterra.

El alfa frunció el ceño al oírlo. José, por su parte, se decantó por observarse una uña mal mordida.

—¿De Inglaterra? ¿Cuál?

—No sé, rey. —Se encogió de hombros el beta—. Yo aquí soy el chico de los recados. Me dijeron que te avisara y que tenías la sala para ti.

Harry se levantó entonces de su asiento, apilando los informes que hacía un rato ojeaba a un lado del ordenado escritorio. Aprovechó para abrocharse el botón de la americana negra y estirar las mangas de la misma antes de disponerse a salir. Aquello era raro, nadie le había avisado de una reunión; mucho menos tenía la capacidad para asistir a una él solo por muy de su país que fuera la empresa.

José salió primero que él, dando media vuelta antes de que el alfa tomara el camino opuesto a él en el pasillo.

—Búscame luego y vamos a comer, hoy me apetece salir. ¿Hecho?

Harry, sin remedio, soltó una risa.

—Hecho.

El beta se perdió en el pasillo adornado con cantidad de escritorios de los secretarios. No tardó en reinar el sonido de teléfonos y puertas abriéndose y cerrándose junto a todo lo que conllevaba el ajetreo diario de la empresa.

Llevaba en Terragest un año y tres meses; esos últimos solo. Al principio le costó, era raro no tener a Niall de confidente, no trabajar junto a él. También lo fue al vivir solo, al tener que acostumbrarse un poco más al constante silencio. Su amigo había vuelto a Londres, a los últimos seis meses de clases presenciales que le quedaban para obtener el título. Según el rubio, allí fardaba de amigo e iba a todas las fiestas que se perdió mientras se quejaba de que a su nuevo compañero de habitación le olían los pies. Oh, y por supuesto, también hablaba orgulloso de que había recuperado su color de pelo.

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