Capítulo XV

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—¿Qué te parece? —La voz de Marjorie salió tras aclararse la garganta, mas nadie contestó

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—¿Qué te parece? —La voz de Marjorie salió tras aclararse la garganta, mas nadie contestó.

—Si quieren los puedo dejar solos. Piénsenlo con calma.

La omega asintió entonces con una sonrisa amable. Quien había hablado por segunda vez fue una joven, vestida con un traje de dos piezas. Sujetaba un maletín en la mano derecha al igual que una carpeta con papeles en la izquierda. Era una agente inmobiliario.

La trabajadora, beta, salió del piso que acababa de enseñarle a sus posibles clientes. Marjorie suspiró una vez estuvo a solas con su hijo.

Era el tercero que visitaban. Se habían decantado por un barrio, no lejos del puerto, bien comunicado por transporte público. Solían ser edificios de no más de cinco plantas y dos habitaciones por vivienda; de alquiler. Un barrio también con precios razonables.

Louis permanecía estático frente a la ventana de lo que podrían destinar a que fuera el salón. Sólo se inmutó cuando su madre le posó una de sus manos en un hombro.

—¿Louis?

Él pasó saliva.

—Está bien. Muy parecido a los otros que hemos visto. Este está bien.

Marjorie tomó una bocanada de aire antes de posar su frente allí donde había tocado a su hijo. Una mimosa caricia que también le regaló a su brazo...

Estaban a punto de vender su casa, el día anterior habían tenido una reunión satisfactoria con unos posibles compradores; una familia que acababa de trasladarse a Plymouth por negocios.

Pero todo era más complejo de lo que parecía.

Tomar la decisión de mudarse les llevó cerca de dos meses, no era algo que no tuvieran que pensar en frío. No era una que desearan, sino que se volvió necesaria. Cuando Marjorie y George compraron su casa fue cuando al beta lo ascendieron a capitán en su profesión. Eso les otorgó el beneficio de mejorar en su nivel adquisitivo, que siempre fue medio y algo limitado. Ese también fue el gran orgullo de George, formar una familia en una gran casa, en un buen barrio, viviendo bien, acomodados, pudiendo cumplir antojos... Sin embargo, en todo ello la realidad era más cruda. Los Tomlinson habían pedido una hipoteca, pagaban una cuota mensual elevada por ella, una que con el sueldo del beta sí podían costear. Con la ausencia de ese todo se volvía un poco más cuesta arriba. Marjorie simplemente trataba de adelantarse a lo que vendría.

No podrían mantener la cuota de un coche, la hipoteca y otros pagos que la familia antes sí asumía. Marjorie ya no trabajaba, hacía años lo había dejado, poco después de que naciera Louis. No fue solo por cuidar de él o por dejar su oficio al ser una omega ya emparejada, sino simplemente porque se lo podían permitir, porque con ello se pudo meter en otros temas que le apasionaban; la caridad, ayudar, ser presidenta de consejos estudiantiles cuando su hijo se formaba en la educación pública... Y todo seguía bien con eso. Llegaban a todo.

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