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Tyler se reencontró otra vez con la misma imagen frente al espejo. El cabello rosa, las cortas medias blancas, la falda ajustada y el resto del complemento del uniforme escolar  de la chica.

Se alejó del espejo avergonzado.

Tomó la chaqueta oscura y bajó escaleras hasta el sótano. El Sr. Joseph había comprado una bicicleta el verano anterior con la ilusión de mejorar su condición física. La pobre no había conocido los atardeceres, ni el arrevol impactar contra las nubes maquillando el cielo luego un largo día.

—Aquí estas —murmuró para sí. Era una Bianchi, modelo original. 

Había olvidado que bajo la falda no había nada diferente. Así que una vez sobre el asiento lanzó una maldición.

Tocaba ir en bus.

En el viaje compartió asiento junto a un hombre obeso que no hacia más que arrinconarlo hacía la ventana. Cedió luego de quince minutos. Estaba tan extrañado que por un momento creyó encontrarse a un fantasma en la ventana. Sucedió que cuando fruncio el entrecejo esta también lo hizo, y  soltó otra maldición. Ahora si que se pellizco el brazo. No quería condenarse más con maldiciones absurdas.

Era otro rostro. Pero era el suyo.

Entendió porqué nadie parecía reconocerlo; eran los pómulos, las cejas, las pestañas y un rubor natural embarazoso que tal vez todos confudian con maquillaje. Bueno no todo era bueno. También descubrió que si veía por más tiempo se descubria con facilidad que el origen de su labios rojos no era labial sino la irritación del pellizco constante, la peculiaridad estaba ahí. Confundido alejó su mirar.

Una vez en la escuela, ingresó por la zona de gimnasio, no habían autos en la estación. Se ocultó tras los muros cuando oyó voces acercarse. Cuándo espió reconoció a Josh, caminaba con alguien.

¿Quién es ella?

Se pellizco otra vez.

Josh conversó con la chica hasta la entrada, ella se despidió con un beso, nada necesario según Tyler,  y él otro solo la despidió hasta a perderla de vista, desapareció por la entrada cargando muchos portafolios en los brazos, el otro llevaba otro poco de eso. Tyler mandó al diablo su plan  mientras lo observaba caminar por el pasillo, cuando Josh lo descubrió.

Trató de huir a largos y rápidos pasos, pero patino sobre el suelo antes que unos fuertes brazos lo sustuvieran.

—Están encerados —oyó a Josh.

Atractivo

Oh que lindo era descubrir que podía admitirlo porque lo era. Y negarlo sería una grosera falacia.

El chico le sonrió al cabo de un rato, la había reconocido. Tyler, que aún estaba algo desconectado, se apartó rápido recordando su reflejo en el autobús. Si notaba las diferencias; los labios, el vello facial, o algo, habría un gran problema. Entregó la chaqueta, sabiendo que con esto moría todo posible contactó futuro, y se deslizó fuera de sus brazos.

—Espera. ¿Te irás así nomas?

La muchacha se encogió de hombros.

La verdad era que no pensó mucho su plan. Sólo consistía en observarlo el mayor tiempo posible y luego dejar la chaqueta cerca a él. Aunque en el fondo sabía que haberse puesto falda y un sujetador serían un desperdició si sólo hacia eso, pero ¿qué más? No podías hacer mucho si no eras una chica de verdad. Josh aún estaba frente a él. Tenía el rostro muy bonito con el cabello revuelto y algo de preocupación filtrandose.

—No hay nadie aqui.  El reverendo y los demás están en su despacho y no van a salir hasta muy tarde ¿Quieres un bocadillo? —le preguntó sonriendo en confíanza.

**

Tyler lo esperó fuera del comedor con los portafolios entumeciendole los brazos. Luego de unos siete minutos Josh salió del lugar, traía  jugos de fruta y sándwiches, se veía que fueron hechos a toda prisa.

—No podemos comer aquí, si nos descubren me echarán y podrían suspenderte—. Se disculpó, aún con la comida en mano.

Tyler quería preguntar si se había lavado las manos antes, pero para su sorpresa Josh se dejó caer al suelo con la espalda contra los casilleros. Al cabo de unos segundos también él hizo lo mismo, con una mueca cuando el frío tocó sus muslos.

Josh había déjado los portafolios frente a él y tiró su chaqueta a su izquierda indicándole a la agradable señorita (tyler) que se sentará sobre esta.

—¿Y bien? —empezó Josh. —¿Cómo te llamas?

Tyler se miró los pies mordiscando el sándwich. Sintió que Josh no dejaba de observarlo así que se removió a este.

—¿Jenn? —Preguntó el mayor.

Al menor se le resbaló de la manos el tomate.

Por Tyler pasaron los últimos sucesos de la semana, Ryan diciendo Jenn ¿Cuándo había empezado a llamarla así?. Lo observó furioso y Josh señaló el cuello de su blusa en su defensa. Apartó la mirada tratando de ver lo que ahí decía. Ahora todo tenía sentido.

Recordó que en su cumpleaños N° 08 habían asistido los Black, como en todos los anteriores claro, pero este había terminado diferente. Recordó a Jenna, la niña rubia que lo observaba con una grotesca goma de mascar que salia de su boca y dos coletas horribles. Tyler la miraba enfadado y retenia para sí todas sus pokebolas de colección, negándose a compartirlas con ella.  Las había acumulado entre los brazos, eran tantas que en un momento se desbordaron, y una de estas fue a rodar hacía el lugar de la niña. La rubia la capturó en manos,  y luego de observarla tanto la dejó caer en la pila que se regía entre las demás, con una sonrisa. Tyler, que estaba muy feliz de recuperarla se lo agradeció con una gran sonrisa, una que desapareció muy rápido cuando Jenna sacó un marcador de los bolsillos, se inclinó hacia esa pokebola  y grabo su nombre sobre esta. Partiéndo de ese, todos los siguientes sucesos lo golpearon mentalmente. Jenna siempre ponía su nombre en las cosas de Tyler que llegaban a sus manos. Así marcaba los favores que él  debía.

"—Dejemos esto como otro archivo almacenado."

"—Tu cuenta crece, Tyler."

Estoy endeudado —Reflexionó.

—Jenna black, suena bien... Ahora sabré más de ti—dijo Josh mientras masticaba tranquilo.

Tyler palideció. Se sintia impotente al no poder hablar.

Y cuando creía que no podía estar en más aprietos notó que Josh había deslizado una mano sobre su pierna.

VOICE // JoshlerWhere stories live. Discover now