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Sus pasos se apresuran cuando el semáforo cambia a rojo, es solo cuestión de segundos para atravesar el vehicular sin ser arrollado y lo logra. Esta mañana Tyler a despertado temprano, últimamente su horario de irse a la cama se ha reducido al tan solo caer la noche. Aún con la edad de un joven no es nuevo para él vivir como un niño de corral, pues la protección de su madre ha llegado a extremos estas últimas semanas, razón por la que no se puede enterar de lo que hoy hará. 

Un viaje más corto después, llegar no es una dificultad contra el tiempo. Hay una entrada esperando por él y la atraviesa con rapidez al llegar.

— Buenos días Brendon. 

El azabache lo revisa chasqueando los dedos en señal de desaprobación. Observa su reloj de mano. 

— Llegas tres minutos de retraso.

Tyler camina a la par junto a Brendon. — Lo siento, fue el desayuno, salí volando. 

Con reproche, su amigo cede:

— Bien —dice Brendon. — Pero no lo menciones, no quiero que los demás crean que te tengo preferencia. 

— ¿Pero no soy tu amigo?

El azabache dibuja una presumida sonrisa en su rostro: — Si, pero ahora trabajas para mi. 

El primer día de trabajo jamas es fácil Tyler sabia que seria complicado, pero la verdad es que no lo fue. En menos de lo que esperaba termino inmerso en la impecable labor de recaudar todas las cartas del lugar, apilarlas en una larga torre que crecía y crecía cada vez mas. No era divertido, trabajar no era nada divertido. 

— Hey —oyó una voz conocida. 

Era el chico Oscar que lo observaba tras la barra, vestía su traje de camarero, el cabello peinado hacia atrás y el rostro muy limpio al igual que las manos. Se veía muy pulcro, incluso Tyler, que solo estaba acomodando los enromes cuadrados se sintió sucio. 

— Brendon, quería que empiece lo más pronto posible.

El chico sonríe. Se acerca inspeccionando el trabajo que ha estado haciendo el castaño.

— Y vaya que tomaste tú tiempo. 

Son doce cartas, una tras otra, pero las tres finales en la cúspide están chuecas. Tyler empieza a alinearlos. 

— Mi madre no esta muy de acuerdo con esto. 

— ¿Y ella debería estarlo?

Tyler quita una carta, con diez es suficiente, una fila muy ensanchada luce mal para ser la primera impresión de los clientes al pedir atención. 

— Veras, el caso es...

— Especial. —se adelanta el delgado. — Tal vez no sea educado mencionarlo pero muchos oímos de ti en las noticias. —prosigue. Se ha puesto ayudar a Tyler en su quehacer, los demás trabajadores están concentrados en su respectiva labor; hay dos chicos limpiando, tres chicas acomodando las mesas, un cajero retirando el dinero y en la oficina principal Brendon está cerrando un importante negocio con un socio internacional en sus sueños porque se ha quedado dormido sobre el ordenador.

El silencio se interrumpe por el ruido de un plástico. Oscar le muestra un bolso grande que ha estado sujetando todo este tiempo. 

Tyler lo observa.

— Quítate la ropa. 

15 minutos después. 

— ¿Y qué tal? —pregunta el más delgado.

Tyler se observa las piernas,  los zapatos oscuros brillan contra la lustrosa del resplandeciente piso y aunque sus calcetines blancos espían bajo los talones, esta conforme. 

VOICE // JoshlerWhere stories live. Discover now