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Había reprobado.

—¡¿Cómo es esto posible?!

Ni él mismo podía responder a ello. No esperen, si podía. Había ocupado toda la hora de la prueba desempolvando viejos artículos de la fastamagorica aula al final del pasillo, barriendo, hasta el cansancio, por debajo de las gastadas sillas oxidadas. De vez en cuando había gateado por recuperar las canicas de hierro que tiro cuando comenzó a husmear entre los cajones, de curioso.

—Lo siento, padre. No se volverá a repetir.

Su madre, quién también estaba muy enojada por lo sucedido se ofreció en llamar a Jenna, la hija de su mejor amiga, pensaba en pedirle que lo adelantara. Si habían clases que su pequeño no entendía ella podía ayudarlo, pero Tyler, quien usualmente acataba todas las ordenes de su madre,  se rehusó decidido. 

—Por favor, madre. Es una semana muy pesada para todos, ella también debe estar abrumada.

Se negaba, si había alguien de quien podía recibir ayuda su hijo, esa era la familia Black. Ahí tenia que estar la solución.

El señor Joseph, quien continuaba de pie, lo tomo de los hombros. 

—¿Quién lleva el curso, es Martínez? ¿El profersucho ese?

Estaba empezando a lastimarlo.  —Padre, por favor déjame hablar con él. Puede darme otra oportunidad, si se lo pido.

Bien sabía Tyler que eso no pasaría

—¡De ninguna manera!

—Por favor.

Podía intentarlo

El hombre lo zarandeo. —¡Un Joseph jamás pide segundas oportunidades!

Lo hizo. Tyler espero a que su padre doblara la esquina a la derecha por el vecindario vecino, y corrió a convencer a su madre. Fueron largos minutos de sollozos y admitir lo avergonzado que se sentía por haber ensuciado el apellido de su padre. Finalmente, como toda madre, ella lo perdonó,  después de todo la noche anterior fue testigo del desvelo de su hijo. Pero antes de dejarlo ir tocó sus manos, y  con miedo los comparo con las suyas.

Tyler estaba muy tembloroso, aún no había dejado de llorar. —¿Hay algo que quieras decirme, hijo?
—preguntó.

Lo había, si, habían muchas cosas y claro que se las contaría. Necesitaba ser acurrucado por su madre y dejar de atormentarse con la idea de no tener futuro por culpa de esa bendita prueba. Necesitaba un abrazo muy fuerte porque sentía que sino se despedazaría poco a poco, como un tejido iría deshilvanándose hasta desaparecer. Pero primero tenía que buscar a Ryan, no podía ir solo a al instituto, ni abrir el registro​, ni mucho menos cambiar una nota...

¡Josh!

Luego de tranquilizar a su madre, salió disparado de casa y buscó un taxi. Josh había sido el culpable, Josh lo había encerrado en ese horrible lugar hasta que el último timbre había dado la campanada final . Si alguien estaba obligado en ayudarlo, ese era Josh.

***

No estaba

Josh no estaba por ningún lado: No estaba en el aula de teatro,  no estaba en los jardines, ni en los cuartos de aseo en gimnasia.

No estaba por ningún lado.

Vamos aparece

La vergüenza picaba sobre su piel, no podía imaginarse saludando a Ryan mañana, no después de haber salido de clase y no haber vuelto a terminar un examen tan sencillo. Mientras pensaba en ello camino por los largos y silenciosos pasillos del instituto negándose a ver su reflejó en los grandes cuadros que colgaban. Quería pensar, recordar cuando se volvió tan manipulable. Olvidar esa señales, hasta ahora solo había conseguido esclavizarse a otro chico y poner su futuro en la cuerda floja. 

VOICE // JoshlerWhere stories live. Discover now