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Giselle.

Mientras caminamos por los pasillos atestados de alumnos, le pido indicaciones a Hannah para llegar al baño y ella, gustosa, me las da. Ambas quedamos en vernos en la cafetería así que emprendo mi viaje hacia mi destino. Una vez que me encuentro frente a las dos puertas que, supongo, son los baños, entro en el primero que capta mi atención.

Me encamino hacia los lavamanos y me quedo estática frente al espejo para observar mi apariencia. Mi moño alto está hecho un desastre por lo que me dispongo a deshacerlo y luego volver a armarlo. Abro el grifo de uno de los lavado y suelto un suspiro. El lugar parece estar vacío, por lo que el único ruido que se escucha es el del agua al caer. Estoy hecha un desastre, pero a estas alturas me da lo mismo.

— Disculpa — una voz masculina a mis espaldas me hace levantar la vista de golpe —, este es el baño de chicos.

De pronto, la vergüenza me sacude el cuerpo entero cuando nuestras miradas se encuentran a través del espejo del baño.

Oh… — es lo único que logro formular.

Lo veo pasar una mano por su cabello blanco, alejando algunos mechones que caen sobre su frente, y yo muerdo mi mejilla interna, avergonzada hasta la mierda. Genial. Este día, sin duda, se está convirtiendo en uno de los más humillantes de mi jodida existencia.

— El de mujeres está al lado — continúa, colocándose a mi lado y abriendo el grifo del otro lavamanos.

— Claro — suelto en un balbuceo, y quiero golpearme por ello —. No había ningún letrero afuera que me diera una pista de cuál debía ser el baño de mujeres. — Explico, como si quisiera justificar el motivo por el que estoy en el baño equivocado.

Él asiente, dando a ver que me entiende.

— Supongo que la escuela no lo ve necesario. Después de todo es muy poco común tener alumnos nuevos, y los alumnos de aquí conocen el lugar de esquina a esquina.

— Entiendo…

Lo veo sonreír un poco, claramente le divierte la situación y lo torpe que me muestro, y yo maldigo en mi mente por ser así de patética. Lo más lógico es que, después de esto, tome mi camino hacia la salida del baño. Pero no. No puedo hacerlo, y me quedo quieta, mirándolo a través del espejo, como idiota. 

Cuando sus ojos azules me enfocan nuevamente, es lo único que hace falta para que reaccione por fin, saliendo rápidamente del baño para empezar mi camino hacia la cafetería.

«Genial» pienso «ahora de seguro piensa que soy una idiota»

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La cafetería está completamente atestada de gente, lo noto de inmediato en cuanto pongo un pie en el lugar.

Hannah — la cual me esperaba en la entrada — me guía hacia la barra en donde se encuentra la comida. Agarro una bandeja y me coloco detrás ella. La fila avanza rápido cosa que agradezco. Una vez que es mi turno, me pongo a analizar el menú. Decido elegir pastel de carne y gelatina. Hay dos opciones de jugo; uno es de color azul y el otro es de color rosa «¿Qué es esto? ¿Guerra de géneros jugosos?» No puedo evitar reír por mis pensamiento mientras opto por elegir el jugo rosa, con la vaga esperanza de tomar jugo de fresa.

Dulce Debilidad © Libro 1 [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora