Dulce Debilidad © Libro 1 [✓]

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Giselle

Durante la noche no puedo dormir. Mi mente está en todos lados y a la vez en ningún sitio. Me la paso con la luz encendida, y con la vista fija en mi ventana, como si estuviera esperando algo… esperándolo a él. Es increíble lo mucho que me ha afectado, no solo la muerte de Nadia y Emily, sino también el chico de la Belledame. Todo en general. A pesar de que no es la primera vez que tengo un encuentro con él, estoy muchísimo más alerta que las otras veces, y no sé por qué exactamente. ¿Qué tiene de diferente esta del resto? ¿Será por que se atrevió a lastimarme en mi propia habitación? No lo sé. Pero no puedo ni le voy a dar la oportunidad de volver a entrar aquí para hacerme algún daño. Si quiere hacerlo, que me agarre despierta para que así pueda verlo a la cara e intentar defenderme.

Las horas pasan lento. Tal vez demasiado. Cuando los primeros rayos del sol entran por mi ventana, no pierdo tiempo y me levanto de la cama para iniciar mi día. Soy la primera en usar el baño, y para cuando salgo veo a Sophie y a papá salir de su habitación. Este último parece sorprendido de verme despierta tan temprano.

— ¿Todo bien? — Me pregunta, con el ceño ligeramente fruncido.

— Sí — respondo de inmediato y prácticamente corro de vuelta hacia mi habitación, sin darle la oportunidad de que me pregunte nada más.

Lo último que quiero es que me haga un interrogatorio por culpa de mis horribles ojeras y mi aspecto cansado.

Una vez en mi habitación, me visto rápidamente y maquillo un poco, tratando de ocultar con corrector y base las horribles marcas oscuras bajo mis ojos. Trato de hacer algo con mi cabello también, que está en uno de esos días dónde ningún peinado lo hace lucir bien. Me hago diferentes trenzas hasta que, finalmente, decido atarlo en un moño alto que procuro se vea bien peinado. También le echo una miradita a mis notificaciones. No hay nada nuevo. Instagram me informa de algunas publicaciones nuevas hechas por personas a las que le he activado la notificación de nueva publicación. Si otro fuera el momento y estado de ánimo, me interesaría ver qué hay de nuevo. Pero no es el caso, así que elimino las notificaciones y me centro en el nuevo mensaje que mamá me ha enviado. Ya ha aterrizado en Canadá, y me dice que luego de algunas reuniones posiblemente venga al pueblo a darme una rápida visita antes de partir de vuelta para Los Ángeles. A pesar de que no ha pasado ni siquiera una semana desde que nos vimos, no puedo evitar emocionarme con la idea. Le respondo y luego cojo mi mochila.

Hoy Chase vuelve al pueblo. Y estoy contando los segundos para volver a verlo. Ahora más que nunca muero por un abrazo suyo.

Antes de salir de la habitación me acomodo la bufanda que tengo alrededor del cuello y procedo a abrir la puerta para avanzar por el pasillo hacia la sala, donde ya todos están reunidos, esperando por mí para empezar a comer.

El desayuno transcurre sin ningún tipo de novedad. Hannah habla sin parar sobre una nueva tendencia en el mundo de la moda que está pegando muy duro en Europa, y papá hace bromas al respecto. Cuando llegamos a la escuela me pierdo entre en montón de explicaciones y actividades, y para cuando el timbre suena, anunciando el fin de la última clase, me encuentro brincando de mi asiento para salir de este lugar.

— Gael y yo iremos a comer pizza, ¿vienes con nosotros? — Mi hermanastra pregunta, caminando junto a mí entre el montón de estudiantes.

— No. El avión de Chase debe aterrizar en una hora. Iré a esperarlo.

— ¿Quieres que mejor te acompañe?

Niego con la cabeza.

— No es necesario, yo voy a estar bien.