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Giselle.

Una vez que pongo un pie en mi habitación, voy directamente a mi armario para buscar la ropa que usaré hoy en la noche.

Saco varias camisas, y ninguna me convence.

Salgo de mi habitación y voy en busca de Hannah. Tener a una amante de la moda bajo el mismo techo me da cierta ventaja. Sin embargo, cuando no la encuentro en la casa, me frustro. Tampoco la vi en el café al entrar. De seguro salió. 

Con la intención de poner en marcha mi plan B, vuelvo a la habitación y agarro mi teléfono para escribirle a mi mejor amiga.

YO: E.D.M

Su respuesta no tarda en llegarme.

LAINE: Videollamada. YA.

Dejo el teléfono de lado y voy camino a mi escritorio para tomar mi laptop. Al volver a la cama, me tiro en ella boca abajo y me conecto a la videollamada.

En segundos, la cara de mi amiga Laine se refleja en la pantalla.

— Holiiis — me saluda, y su voz suena ronca. También se le nota lo congestionada que tiene la nariz.

— ¿Cómo te sientes?

— Horrible. Siento que la cabeza me va a explotar. Tomé un siesta de media hora, y mi mami me tiene muy consentida con la sopa de pollo — se ríe un poco — ¿Y tú? ¿Qué hay de nuevo, cariño?

— Estoy bien.

— Con un novio tan guapo, yo también estaría muy bien — me guiña un ojo, y ahora es mi turno de reír un poco.

— Hoy voy a tener un cena con él.

— ¿Ah, sí? — Me mira con insinuación — ¿Se comerán el uno al otro?

— Cállate — me rio ante su no explicita insinuación —. Claro que no, Laine. Iré a cenar a casa de la señora que crió de él desde pequeño.

— ¿La señora? — Cuestiona — ¿Qué? ¿Sus padres murieron o algo así…?

Asiento.

— Sí. Eso me dijo.

— Qué triste. ¿Y cómo murieron?

Me encojo de hombros.

— No lo sé, Laine. No le pregunté. Un tema como ese siempre es delicado, y no sé hasta qué punto eso le afecta aún. Tal vez espere que él me cuente o algo así.

Veo a mi amiga asentir.

— Supongo que ese «E.D.M» es por la susodicha cena.

Ahora soy yo quien asiente.

— Muy bien, nena. Veamos de nuevo tu horrible ropa para ver qué se puede rescatar.

Me echo a reír ante sus palabras y me coloco de pie para ir a mi armario.

Después de que Laine me ayudara a elegir qué cosa usaré para hoy, y volverme a repetir que debo ir de compras con URGENCIA (en mayúsculas para recalcar lo urgente que es, según ella), hablamos un poco más de temas trillados.

Hablar con ella me ayuda de momento a distraer mi mente. Sin embargo, cuando toca la hora de cortar la comunicación, vuelvo a ser presa de mi mente y del montón de preguntas que me invaden en torno al asesino que anda matando yetis. Y, si nos ponemos a pensar que Chase es uno, no puedo evitar sentirme el doble de preocupada.

Quiero saber qué está pasando. Chase no me dio mayor información esta mañana, ninguna que revelara algún dato relevante salvo que él se hace una idea de quién está detrás de todas estas muertes, tiene sus sospechas y tal vez incluso sabe el nombre del asesino, todo lo que me dijo fue muy nulo. Lo único que sí pude notar fue lo tenso que estaba cuando toqué ese tema. Y no es para menos. Esto es terrible.

Dulce Debilidad © Libro 1 [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora