CAPÍTULO 23

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Derek

La camioneta del señor Hugo rechina cada tanto por lo oxidada que esta mientras vamos camino a mi casa y Diego conduce lo más rápido que puede para poder poner a salvo a mi hermana lo antes posible, desde que partimos no me ha dicho una sola palabra y el silencio está empezando a tornarse incómodo; mientras tanto la duda me sigue rondando en la cabeza, Emma O Rocky ¿Qué les voy a decir a los protestantes? Si Emma decide ayudarme daría igual capturar un rehén o no hacerlo, ya que con ella de nuestro lado tendríamos a alguien dentro de la orden, esa sería la solución perfecta, solo espero que decida quedarse y ayudarme.

Emma

En el momento en que Carly cae al suelo por el sedante que le acabo de inyectar percibo que la puerta trasera se abre y los nervios se apoderan de mí inmediatamente. Cuando levanto la mirada veo a Kalem parado mirándome atónito.

—¿Pero que le has hecho?, la escuche gritar desde el otro lado de la calle— me dice con la voz temblorosa.

—No pasa nada Kalem, solo se cayó y se golpeó la cabeza— le digo dudosa de que me crea, siento como los nervios me traicionan, el sudor frio roza mi cuello.

—Pero ¿Por qué gritaba?— me cuestiona Kalem subiendo la voz.

—No lo sé... yo no escuche que gritara, solo escuche el golpe y la encontré así. Además no es mi culpa que la dejes sola y haga travesuras— le digo intentando zafarme de su mirada acusadora pero mis palabras no parecen estar funcionando. Kalem entrecierra los ojos y se mantiene en silencio por unos segundos.

—¿Qué le hiciste a mi hermana, Cleo?— pregunta con un tono serio.

—Nada— le respondo sonando segura, lo miro directo a los ojos.

—¿Nada?— avanza hacia mi dando pasos lentos— y ¿esas marcas en su brazo?, ¿se las hizo cuando cayó?— continua las cuestiones con ironía— No me mientas— finaliza usando un todo de voz grave.

— Kalem, no tengo idea de...— me interrumpe y continua hablando.

—No, no sigas, no voy a creerte.— me mira apretando los puños y respirando un poco más fuerte de lo normal, luego continua hablando— tu... ¿tú eres la infiltrada verdad?— al escuchar su pregunta, siento como la sangre me sube a la cabeza y un escalofrió recorre mi cuerpo. De inmediato me doy cuenta de que Kalem saca de su bolsillo su Iophone – no te vas a salir con la tuya, aléjate de mi hermana— me amenaza empujándome lejos de Carly, puedo notar la adrenalina en su voz.

—No hagas ninguna llamada— le advierto. Kalem hace caso omiso a mis palabras y empieza a presionar la pantalla. La desesperación me invade, dentro de nada puedo estar en manos de todos esos protestantes sin opción a escapatoria.

Camino hacia Kalem e intento quitarle el iophone de las manos, él se percata y se mueve más rápido que yo. Me enfurezco y le lanzo una patada en la pierna derecha, el golpe hace que suelte un gemido de dolor y encorve la espalda. Aprovecho la distracción para intentar detener la llamada pero antes de que pueda hacerlo, Kalem me mete el puño en el estómago con tanta fuerza que hace que pierda el aire por un segundo y de inmediato siento un dolor agudo. De pronto me veo a mi misma, indefensa. Solo puedo pensar en que Kalem llamará a los protestantes y ellos al ver lo que he hecho con Carly no me perdonaran y estoy segura de que van a matarme. Tengo que salir de aquí.

Exhalaciones de ansiedad me llenan los pulmones de un aire que siento no lleva oxígeno alguno, me siento mareada y sobre todo asustada. No puedo dejar de cuestionarme ¿dónde quedaron todas esas clases de combate, donde quedo ser la mejor en la orden?, en el momento en que más deberían serme útiles esas dos cosas, es cuando menos funcionaron, me dejaron indefensa al primer golpe. Cuando hubo veces que entrene por horas y horas y ni cien golpes lograron detenerme.

Entre dos mundosWhere stories live. Discover now