CAPÍTULO 27

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Derek:

Magy ya ha pedido su segunda oportunidad a Gwen y casi sin problemas se la ha concedido, al parecer su deceso como protestante no ha levantado sospechas. Hace unas horas Emma y ella han salido de la frontera con rumbo a Urbem, Gwen les pidió que esperasen en un punto de la carretera para que puedan recogerlas.

Me siento realmente feliz de que hasta el momento todo vaya bien y sin complicaciones, ahora todo está en manos de ellas, para mi pesar no queda más que esperar y ver qué sucede.

Emma:

Dos protectoras han llegado al punto de encuentro en un hibrido de la orden, una sensación de alivio se apodera de mi al ver caras conocidas; a Magy la han registrado minuciosamente antes de dejarla entrar, en cambio a mí me han recibido con besos y abrazos.

Durante el trayecto hablo con las chicas para ponerme al día sobre todo lo que ha sucedido en mi ausencia. Mientras la charla fluye cruzo miradas ocasionalmente con Magy que está en silencio con la vista clavada en el suelo, intento decirle con señas que sonría un poco más, de lo contrario levantará sospechas y ahora lo que menos quiero son problemas con la orden; pero está claro que mis intentos pasan desapercibidos para ella. Por otro lado, no puedo dejar de pensar en que al fin estaré de vuelta en casa, con mis amigos y mis padres. Sé que no estuve mucho tiempo lejos, pero al estar en la periferia una extraña las cosas que antes parecían simples y sin importancia.

Por lo que he escuchado, los padres de Magy la recibirán sin problemas en su casa, lo cual es bastante bueno para ella, pero no para mí ya que será más fácil que pueda vigilarme, tengo el presentimiento de que no podré quitármela de encima, aunque quien sabe, quizás al regresar a su hogar se dé cuenta que convertirse en protestante fue una estupidez.

Antes de llevarnos a casa, hacen una parada en la orden, al parecer Gwen quiere hablar conmigo y con Magy, a pesar de que ya son casi las dos de la madrugada.

Apenas el hibrido se detiene Magy y yo entramos en las instalaciones de la orden. Todas las luces están apagadas, el lugar parece estar desierto y puedo sentir que Magy se empieza a poner nerviosa, más de lo que estaba durante el camino. Cuando nos encontramos en la recepción dos protectoras aparecen caminando desde la penumbra de uno de los pasillos y nos escoltan hasta la oficina de Gwen; al entrar en la habitación nos encontramos con Madeleine, que está de pie al lado del escritorio, casi ni se percata de nuestra presencia, está algo distraída con su iophone. A medida que nos acercamos puedo sentir un fuerte aroma a frutos rojos y ese olor me transporta inmediatamente a la primera vez que estuve en esta oficina.

–¿Dónde está Gwen? – le pregunto a Madeleine. Ella levanta la cabeza apenas despegando los ojos del aparato y me lanza una sonrisa antes de contestar

–Enseguida viene– me responde tranquila y luego continúa viendo hacia la pantalla de su Iophone.

Magy me mira intentando no expresar emoción alguna, pero puedo notar en su rostro la preocupación, ansiedad y angustia que se entre dejan ver a través de las arrugas que se le forman en la piel de la frente, le devuelvo la mirada con una sonrisa, tiene que tranquilizarse o Gwen se dará cuenta al instante. Parte de la preparación para ser protectora es aprender a leer el lenguaje facial y corporal de las personas y puedo estar segura de que no hay alguien en la tierra más experta que Gwen en hacer ese tema, no por nada es la directora de la orden.

Magy y yo permanecemos sentadas por unos largos veinte minutos en un sofá de piel sintética blanca. Cada tanto lanzo un bostezo y mientras, Magy tiene la mirada perdida en un librero de la oficina, a saber que estará pensando.

La puerta de cristal se desliza de repente y las tres giramos la cabeza al mismo tiempo. Nos encontramos con Gwen, que entra con la mirada altiva, como siempre impecable, con la piel perfecta y el pelo regido en una coleta muy ajustada, Magy lanza un suspiro, supongo que para aliviar la tensión que siente.

Entre dos mundosWhere stories live. Discover now