CAPÍTULO 36 | Por ti

968 135 16
                                    

BRADLEY

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

BRADLEY

Volver a despertar sin recordar cómo o en qué momento te has dormido es extraño, pero lo que lo vuelve complicado es el hecho de que estoy despertando aquí, en 00:00, razón por la cual no tardo en sentirme nerviosa. No tengo idea de qué hora es ni de qué ha pasado realmente, pero lo primero que hago al abrir los ojos es levantarme, comprobar que mi corazón sigue latiendo, y luego correr en dirección a la puerta.

Al abrirla y salir veo, antes que nada, que hay alguien en la puerta de la casa. Alguien a quien extrañaba sentir como siento ahora.

—¿Heather?—inquiero para atraer su atención, consiguiéndolo.

Ella voltea, pero al ver que se trata de mí, vuelve a la misma posición de antes, dándome la espalda.

—¿Qué ocurre?—pregunto, acercándome a ella.

—Es el teléfono fijo—responde, indicándome con la cabeza que mire la mesa—. Está hecho trizas.

Lo compruebo al darme cuenta de que sobre la mesa que antes estaba no hay nada. Así, salgo de la casa para acercarme y, al hacerlo, piso accidentalmente algo. Bajo la vista para ver de qué se trata, y ahí está.

—¿Quién ha hecho esto?—pregunto, agazapándome para alcanzar las piezas del teléfono fijo.

Heather no se acerca a mí. Permanece en el mismo lugar de antes, recostada sobre la puerta de la casa, con ese nuevo aire que acabo de percatarme que trae consigo. Sé que no está enfadada. No la veo capaz de estarlo. Pero eso no me deja pensar en ninguna otra opción por la que actúe distante.

—¿En dónde está Maddie?—alzo la mirada para verlo. Stephen está saliendo de la casa de los tíos, apresurado. Pasa de mí para dirigirse a Heather—. ¿La habéis visto, vegdad?

Heather se gira hacia mí, ignorando a Stephen. Decido ponerme de pie al darme cuenta de lo que está sucediendo, pero no alcanzo a poder evitarlo.

—¿No te parece patético?—suelta Heather—. Stephen, cariño, esa tía nos importa una mierda.

Stephen también me observa súbitamente, tan sorprendido como yo. Al darse cuenta de este intercambio de miradas, Heather pone los ojos en blanco y entra a la casa. Decido acercarme y entrar también a la espera de que ella vuelva a hacer algo extraño pero, en lugar de eso, se dirige a la habitación de Maddie. Llama a la puerta, luego grita su nombre. Al no recibir ninguna respuesta decide entrar, pero cuando abre la puerta descubre que la habitación está vacía.

No hay rastro de Maddie ahí adentro.

—Vale, ha pasado algo raro en la casa—comento, saliendo de la casa para poder hablar con Stephen—. Alguien o algo ha roto el teléfono fijo, y Maddie no está.

—Pego volvegá—añade Stephen.

—Oh, ya quisieras—lo corta Heather, uniéndose a nosotros sin muchos ánimos—. Creo que ya lo sabes, pero para salir de este juego tienen que haber dos muertes. Ya tienes la de Cameron, faltaba una más. ¿Y quién mejor que Maddie para completar la cuota?

PerfidiaWhere stories live. Discover now