CAPÍTULO 40 | No más preguntas

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HEATHER

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HEATHER

Permanecer sentada lo que queda del día no parece una opción para mí, ni siquiera aunque eso signifique no hacer ningún tipo de esfuerzo o tener que cruzarme con Bradley nerviosa o Stephen asustado. Esto está terminando. Es evidente que pronto ocurrirá algo fuerte y yo no podré evitarlo ni cambiarlo. No sirve de nada que me levante a ayudarlos o a repetirles lo que les he dicho desde el principio. Ya sabían que iban a morir, ¿por qué se sorprenden?

Tengo muy claro que he metido la pata hasta el fondo al hablarle así a Bradley, pero no vi ninguna otra manera de hacerle ver qué clase de persona realmente es. Creo que los sentimientos nos vuelven muy ciegos, y esto es algo que sólo ahora puedo ver. En un juego como 00:00 es imposible que exista algo similar al amor, mucho menos entre una persona como ella y yo. Es probable que muera. O que yo lo haga. ¿Para qué arriesgarnos?

Comienzo a oír un sonido extraño proveniente de alguna habitación pero, en un primer instante, no reacciono a él. Es probable que sea Bradley y, si no lo es, ella irá a ver de qué se trata para luego venir a decirme qué es lo que sucede. Así que escondo mi cabeza entre mis rodillas y espero. Espero a oír que mi puerta se abre o lo que sea, y así termina sucediendo. No me muevo mientras siento que ella se acerca a mí, y justo cuando creo que está por hablar, algo toca mi hombro. Al instante alzo la cabeza, pero estoy sola en la habitación.

Bajo la mirada. A mi lado se encuentra lo que había antes: una botella de agua, una manzana... y el cuaderno de Stephen, abierto.

Hay algo escrito en él.

«Ahora que sabes quién soy, supongo que te debo una explicación».

Justo en el centro del cuaderno hay un lápiz. Tras pensármelo al menos cuatro veces, tomo el cuaderno, el lápiz, y escribo justo debajo una respuesta. Se supone que esto le funciona a Stephen.

«No quiero ninguna explicación, "Joey"».

Espero a por una respuesta pero nada sucede, así que frunzo el ceño. Vuelvo a escribir exactamente lo mismo, justo al lado, pero no recibo ninguna respuesta. Entonces pienso en cerrar el cuaderno y así lo hago. Vuelvo a esperar, respiro dos veces y, al abrirlo, todo se ha borrado. Sólo queda una línea.

«Hoy a medianoche. No más preguntas. Es hora de dar respuestas».

Cierro el estúpido cuaderno y lo dejo en donde lo encontré, ahora cerrado. Salgo de mi habitación y me dirijo a la de Bradley con las intenciones de pedirle disculpas, de ser posible, pero no la encuentro ahí. Por un momento pienso en que es algún tipo de señal, que será mejor no hablar con ella, pero envío ese pensamiento al cuerno y salgo de la casa. En cuanto alzo la mirada, la veo sentada sobre la casa de los tíos. No se percata de que me estoy acercando hasta que subo las escaleras y estoy ahí, con ella.

Sólo entonces se gira para verme.

Está oscureciendo de a poco, lo cual sólo puede significar que el día se está acabando. Parece haber comenzado hace tan solo unos minutos pero ya se está yendo. La luz anaranjada le da a Bradley un aspecto diferente, como si en lugar de ser rubia fuese pelirroja, y eso me lleva a pensar en la vieja Heather. Esa que... tenía miedo de sentirse sola. La que valoraba tanto a su mejor amiga que hasta le hería sin tener la intención de hacerlo. Aquella que actuaba como una persona ruda, sintiéndose tan débil por dentro. Sí, esa Heather de la que ya no queda nada.

PerfidiaWhere stories live. Discover now