CAPÍTULO 44 | Lo que fue verdad y ahora es mentira

931 148 42
                                    

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

HEATHER

En cuanto Sullivan y Bradley se fueron tuve la oportunidad de mantener esa charla con mis padres que tanto necesitaba. Mi familia nunca fue del todo cariñosa, nosotros no estábamos hechos para los abrazos ni las demostraciones de cariño, por lo que fue frío, crudo y real. Mamá lo soltó sin pelos en la lengua como siempre hacía cuando de un tema complicado se trataba. Lo hizo tal cual cuando murió Caitlin. Le dio igual que yo fuera demasiado pequeña como para entender el suicidio.

Cuando la policía no pudo encontrarme en Gunnhild tras un mes de mi ausencia fue cuando mi mamá cayó en la cuenta de que había desaparecido. Sentía que la única hija que le quedaba se había evaporado de la tierra como castigo por todas las cosas malas que había hecho a lo largo de su vida, razón por la cual comenzó a sentirse cada día más depresiva, pero no quería deprimirse. No quería quedarse acostada viendo todo lo que ella amaba morir. No quería dejar de sentir esta casa como un hogar. Papá también estaba devastado. Por eso mamá dice que también lo hizo por él. Comenzó a buscar ayuda... y así llegó a Joey.

¿O Joey llegó a mi mamá? No sé cómo aclararlo, pero el caso es que se encontraron. Y, cómo no, mi gran amiga, compañera de juego, tomó la decisión de no solo destruirme a mí sino también a mi familia. Supongo que esto era algún tipo de as que guardaba debajo de la manga, que lo estaba manteniendo por si llegaba a necesitarlo. El caso es que Joey le puso un precio a mi vida, y no era necesariamente dinero lo que le pedía a mi madre.

Si ya lo habías pensado, sí. Le pidió sus piernas.

Me faltó el aire en cuanto lo oí. Había intentado mantenerme cuerda en cuanto sentí que podía dolerme todo eso de nuevo, pero juro que al estar en casa al fin dejé mis defensas caer y lloré como no lo hacía en dos años. Cualquiera podría pensar que estaba siendo estúpida al dejar mis emociones fluir por una decisión que mi madre había tomado para salvarme—no hace falta decir que no le sirvió de nada en ese entonces—, pero no pude evitar sentirme culpable. No puedo dejar de hacerlo. Fui yo la estúpida que fue a esa fiesta a colarse, que levantó la mano, que arrastró a dos de sus amigas a...

Mierda, no sabía que pensar también me lastimaría tanto.

Llevo tres días en casa y aún así no soy capaz de hablar de ello. Cada vez que pienso en hacerlo, que intento abrirme, duele. Pienso en Maia, en Esther, y por alguna razón ninguno de mis padres ha preguntado por ellas aún, pero sé que lo piensan. No lo hacen porque me escuchan llorar durante la noche. Ven que dejo la luz del pasillo encendida porque como si fuese una niña vuelvo a temerle a la oscuridad. No intentan presionarme pero están ahí, y en mi mente lo sé. Quieren saber qué me sucedió. Cómo fue. Al mismo tiempo saben que no deben preguntar, que es mejor ser pacientes... pero entre tanto yo pienso que, mientras más rápido lo haga, menos me costará. Y será una forma de acabar con esto, con el sufrimiento.

Pero a veces también comienzo a creer que no hay forma.

He llegado a un único acuerdo conmigo misma que tengo prohibido romper y es no acercarme jamás a Maia ni a nadie que haya estado relacionado con 00:00. No pienso correr el riesgo de que recuerden algo en sus vidas que es mejor que permanezca en el olvido. No me importa si al querer esto estoy siendo egoísta por no permitir que Maia recuerde a Zayn, o Esther a Aarón, pero si de algo estoy segura es de que esto que me está pasando a mí no lo quiero para nadie. Mientras más alejados los mantenga a todos ellos de mí, de ese pasado que nos vincula, mejor será.

PerfidiaWhere stories live. Discover now