21. Paso Uno: Sonreír

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Si fuera por mí las despedidas no existirían, odio despedirme de alguien, pues hace un par de años una “no despedida” fue lo peor que me ha sucedido.

-¡Ya lárgate! – chillo a Laura mientras me bajo del auto

-¡No quiero! – apaga el auto y se cruza de brazos

-Mi papá se enojará si no estoy con él en cinco minutos así que vete – golpeo el auto

-Oye... que es nuevo – entrecierra sus ojos con burla

- Laura por favor – hago un puchero

-Elizabeth… mira es fácil, tu giras tu lindo trasero, caminas al aeropuerto y te vas… - hace una seña con su mano despectivamente – cuando eso pase, este lindo auto comenzara a andar – da un par de golpes al manubrio 

- Tonta – ruedo los ojos – como quieras. ¡Adiós! – me despido con la mano, tomo mi pequeña valija y camino hacia el aeropuerto

Paso por entre la gente buscando a Roger… se supone que estaría esperándome en la entrada, o al menos en eso quedamos cuando decidí quedarme a dormir en casa de Laura. –Aun no comprendo por qué los papás de ella me quieren, si todos hablan tantas cosas de mí en Manhattan-. Me apoyo en la punta de mis pies para ver a alguien que me sirva como punto de encuentro, pero lo que veo es a Roger tranquilamente haciendo fila para tomar un café, pongo los ojos en blanco y camino hasta él.

-¿Qué tienes con el café? – me burlo mientras me situó a su lado

-quiero estar despierto todo el viaje – se encoje de hombros mientras sonríe

-¿no te han dicho que dentro del avión dan algunas cosas? – comento sarcástica

-Lo sé – habla con obviedad - pero aun tenemos casi una hora aquí -  enarca ambas cejas – así que… -deja de hablar cuando es su turno para ser atendido

Después de esperar cerca de cuarenta minutos en la sala de abordaje por fin subimos al avión,  el vuelo… bueno en realidad me dormí al igual que todo el camino rumbo a casa, el problema es cuando pisé suelo firme, mis piernas temblaron, y no era por más que por lo lejos que estaban llegando mis pensamientos.

Son las diez y cincuenta y cinco de la noche, se supone que ya debo estar durmiendo, pero tengo un extraño sentimiento, Laura me obligo a colocarme la ropa que escogió para mi “cita con muerte”, detesto ese nombre… ¿cita?... solo será un encuentro normal, el problema es que la ropa no ha sido del agrado ni de mi padre ni de mi hermano, al parecer una falda skater a cuadros rojos con negro corta, una blusa negra manga larga y corta de abdomen que llega un poco debajo de mi ombligo, y vans negras, no son mi estilo si no el de Laura… hecho y comentario con el que estoy totalmente de acuerdo.

-¡Mierda! – chillo cuando el celular me toma distraída y comienza a sonar

Me asomo a la cama y veo que es un número desconocido, aunque en realidad ya no lo es, tanto sábado, domingo y hoy recibí un par de llamadas de este número, y la única vez que hablaron fue el sábado.
Paso el dedo por la pantalla y llevo el celular a mi oreja.

-¿bueno? – pregunto con un tono susurrante y no consigo nada, suspiro exasperada y finalizo la llamada

Me dejo caer en la cama y tapo mi rostro con ambas manos, “Maverick no debería venir, ojala no venga, de seguro lo olvido, hasta yo lo debí olvidar”si viene le diré que estoy cansada, que mejor hablamos después, aunque no creo que venga, será lo más apropiado.

Me levanto de la cama suelto mi cabello y dejo que caiga libre sobre mis hombros, me quito las vans y me asomo por la puerta. “No hay nadie despierto”, apoyada en la punta de mis pies camino rumbo a las escaleras y bajo silenciosamente, llego a la cocina y abro la nevera en busca de algo para comer, la cierro al revisar y me quedo allí de pie unos segundos – Idiota – me burlo de mi misma y vuelvo a abrir la nevera, hay un sándwich junto a un letrero que dice en una linda letra retiñida.

Peligro y MuerteWhere stories live. Discover now