34. Impugnando

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Puedo jurar que es cerca de la milésima vez que tomo las cartas entre mis manos para luego volverlas a dejar sobre la cama para así pensar en las mil y un razones para leer lo que hay en ellas y las dos mil dos razones para no hacerlo.

Vamos Elizabeth… decídete de una vez por todas… trato de darme la valentía de tomar una buena decisión, pero justo ahora no logro llegar más lejos que: ¿Maverick estará enojado aun?… ¿en verdad me golpeo?...  y estoy segurísima que ninguna de esas cuestiones me llevaran a algo sobre las malditas cartas.

 Tomo mi celular e ignorando las 15 llamas que tengo de Maverick reviso la hora… son las ocho de la mañana y no he dormido ni una sola hora… me dedique a dibujar en una libreta… y creo que no me ayudo mucho, pues solo dibujaba una biblioteca llena de libros viejos. Me gusta dibujar, nunca planeo lo que dibujare, solo tomo el lápiz y me dejo llevar… pero enserio, me aterra que en los tres dibujos que hice dos de ellos fueron estantes llenos de libros y una figura masculina pisoteando otra en el suelo. De seguro ya me estoy volviendo una loca adicta a los libros de suspenso y acción.

Recuerdo que cuando era pequeña y mis dibujos eran constantes y extraños mamá me dijo una vez que lo que yo dibujo es lo que mis recuerdos, el subconsciente o mi imaginación quieren que vea, y siempre he procurado entenderme – y de cierta manera lo he logrado -  pero justo ahora… no entiendo que significa, y mucho menos el tercer dibujo en donde una silueta sentada tiene algo amarrado a su brazo.

Estresada, completamente estresada y frustrada tomo las tres hojas y las rompo en pedacitos… no quiero pensar más en Maverick y la idea me parece imposible cuando no hace más que llamarme cada media hora. Y como si del diablo fuera y lo invocase empieza a sonar el maldito celular.

-¡Deja de llamarme de una vez por todas! – Chillo tan pronto contesto la llamada

-Elizabeth… - lo interrumpo

-¡No! – Me ahogo con las ganas de llorar – no quiero que me llames, no quiero verte. ¡No quiero saber ni una mierda sobre ti Maverick! – me veo tentada a decirle que cuando lo llame y no me contesto me encabrone demasiado, pero justo ahora no tengo ánimos de subirle su orgullo haciéndole saber que lo busqué   

-¡Elizabeth Taylor escúchame! – grita al otro lado de la llamada y por unos segundo me quedo quieta, conmovida por su repentina actitud.

Hoy no Maverick… hoy seré la Elizabeth que una vez fui…

-No escúchame tu a mi – espeto furiosa – donde me vuelvas a poner una mano encima te arranco lo que llamas pelotas cariño… y créeme es en todo el sentido de la palabra… - un nudo se expande por mi garganta pero me mantengo firme – Donde te llegue a ver juro que no respondo Maverick

-Eliza… - gimotea pero ya es tarde. Mi orgullo está completamente elevado y parezco un tigre a punto de cazar… sin que se lo espere puedo sacar las garras y degollarlo

-Maverick… - y ahí van… las lagrimas comienzan a caer

-Necesitamos hablar

-No lo creo – corto de una toda posibilidad de vernos

-no es justo… - se oye más serio y enojado

-Contigo nada es justo cariño– ese cariño no tiene nada tierno ni especial, solo es un poco de ira y sarcasmo en una palabra que ya no tiene significado para ninguno  – y si no te importa tengo cosas que hacer

Pero soy  tan masoquista que aun espero por una respuesta.

 -Pues si me importa… te veo a las doce en el café de siempre – se queda unos segundos callado por mi respuesta – si no estás allí puntual te buscare... y es enserio Elizabeth   

Peligro y MuerteWhere stories live. Discover now