25. Pesadilla

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Siento un ligero tacto en mi mejilla, no quiero despertar aun, así que me giro y tapo mi rostro con la almohada. Una suave risa se escucha al otro lado de la cama.

- si no despiertas te haré cosquillas – mis labios se curvan involuntariamente en una sonrisa

-quiero dormir – respondo adormilada

-son las cinco de la mañana… creo que tienes que ir a casa – susurra en mi oído

-¡Mierda! – me levanto de golpe y me quito las cobijas de encima

-¿Qué tal dormiste? – se recuesta divertido

-tu cama es cómoda, lo admito – sonrió mientras me levanto directo a buscar mis zapatos

-lástima que mi sofá no tanto – hace una mueca de dolor

-yo te dije que no había problema con que te quedaras en tu cama – chillo avergonzada mientras lo señalo con el dedo índice

-se prestaría  para mal entendidos – niega sonriente

-¿Quién nos iba a ver? – ruedo los ojos con burla y me coloco las botas

Me apoyo en el borde de la cama para sostener el equilibrio, en eso veo como comienza a ladear la cabeza para ver mi rostro cubierto por mi cabello

-no quiero que te marches – hace un puchero mientras se levanta y camina hasta llegar a mi

-sin tanta presión… aun me controlo para no golpearte cada que te me acercas – susurro asfixiada por su cercanía. Es extraño estar un rato sin pelear

-lo siento – levanta ambas manos, como lo hacen los jugadores de fútbol para mostrar que no han cometido falta

-idiota – me empino y con timidez doy un casto beso en sus labios – ¿me llevas a casa o tomo  un taxi? – pregunto desviando la tensión e ignorando la sonrisa que se ha expandido en su rostro

-eso no se pregunta – toma la puerta de su habitación y la abre – ¿llamo el taxi yo o lo deseas hacer tú? – se burla al ver mi rostro enrojecer de enojo

-eres un asno – golpeo su hombro y camino hacia la salida

-y entonces... – comenta tras mío

-¿entonces qué? – escupo. Me quedo quieta esperando a que abra la puerta de su casa ya que no tengo la llave

-¿Somos pareja? – abro mis ojos como dos grandes platos y rápidamente cambio la expresión a una despreocupada. Me giro y lo encaro

-a que te refieres – tiemblo pero busco ocultarlo

-novio… novia… no es difícil de entender – se burla

-cállate mas bien y llévame a casa – trato de burlarme mientras salimos de la casa. Ha sido muy obvia mi evasión del tema, pero no es como que después de un día de llevarnos bien ya sea capaz de soportarlo como pareja, o de pasar por alto a Neal, quien no me ha dejado descansar desde que me entere que me estuvo buscando o desde la nota en mi casillero.

Aunque anoche, admito que me distraje bastante con la compañía de Maverick, al parecer, después de todo, no es tan irritante. En el camino a su casa comenzó a hablar de libros –sí, dio justo en el blanco – no me fije en qué momento llegamos a su casa, para luego terminar preparando un poco de café e iniciar una discusión de quien se quedaría a dormir en el sofá… yo había ganado pero a media noche me cargo adormilada hasta su cama, no proteste ya que... Bueno el sofá era bastante duro.

Y ahora llegando a mi casa no quiero separarme de él, es estúpido, lo sé, pero aunque él sea lo más subnormal en mi vida me siento cómoda con su compañía, o al menos por hoy,  y entrar a casa es volver a la realidad que mi papá me impuso, pues se supone que ahora tendré que estudiar en casa sobre antepasados, volver a entrenar como lo hice cuando fui pareja de Neal…

Peligro y MuerteWhere stories live. Discover now