Capítulo 8 | Consejos y Piropos

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Era el último semestre de mi carrera y estaba muy estresada. Sentía que los trabajos no tenían fin. Me dejé caer en el suelo, al lado de muchos papeles.

—Necesito algo de azúcar. Siento que no doy para más.

Leah soltó una risa.

—Entonces, vamos a buscar un lugar donde comer. ¡Oh! Podemos ir al restaurante donde trabaja aquel guapo mesero. Lo único que veía apetitoso del menú era él.

—Cómo olvidarlo, si lo pediste como postre —Ambas reímos.

Nuestras risas disminuyeron y los recuerdos me inundaron. Suspiré. Harley me había llamado para pasar una tarde juntos, pero tuve que declinar la propuesta y decidí llamar a mi confidente. Leah.

—Quita esa cara larga, chica, que me deprimes.

—Es sólo que...

—No puedes sacartelo de la cabeza. Lo sé —Soltó un suspiro—. Mira, Layla, Harley es y seguirá siendo tu amigo, eso no cambiará. Lo que si puede cambiar son los sentimientos de tu corazón, el puede cambiar de rumbo, tomar otro vía, una que esté libre y te permita el paso. No te detengas y busca esa vía.

—Pero no es fácil —Llevé mis manos al rostro.

— ¿Y quién dijo que lo era? —Giré a verla y me sonrió. Quería demasiado a esa chica.

Me levanté del suelo, acomodé mi ropa y tomé las llaves del apartamento.

— ¿Qué esperas? Quiero ver como ligas con el mesero.

—Esa es la actitud, chica —Me guiñó un ojo y salimos.

Habíamos acabado de comer, estábamos sentadas en una mesa junto al cristal que permitía tener una vista de la calle y las personas que circulaban por ahí.

El mesero, que estaba realmente bueno, se acercó a nuestra mesa a retirar los platos.

— ¿Necesitan algo más?

Y claro, Leah no desaprovechó la oportunidad.

—Sí. Necesito que me empaques algo para llevar.

— ¿Qué?

—A ti —Soltó con una sonrisa pícara.

El mesero soltó una risa nasal y sonrió con diversión.

—Sólo dos vasos de zumo de naranja, por favor —dije sin borrar mi sonrisa del rostro. Esta Leah era todo un caso. El chico asintió y se fue.

Y mi amiga bajó la vista hasta su trasero.

—Si que está bueno —Se mordió el labio.

—Deja de desnudarlo con la mirada —Reí—. ¿No has pensando en invitarlo a salir?

—Estás loca. ¿Quién habló de salir? Me encanta esto. Seducirlo. Se ha convertido en una manía. ¿Sabes que es lo mejor? ¡Que no reacciona a mis piropos! Este chico se resiste a mí —Sonrió con un brillo en sus ojos—. Por ahora.






Espero que les esté gustando la historia. Gracias por seguir leyendo :)


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