Capítulo 13 | Vergüenza Escrita

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Leah me llevó al restaurante donde trabajaba el caliente mesero, quién no había llegado ya que su turno comenzaba en veinte minutos.

Sí. Leah lo acosaba. No me sorprendería que supiera su tipo de sangre.

Y en esa mesa, al lado de la ventana, le conté lo que había sucedido. Los secretos no existían en nuestra amistad, así que no omití que el culpable de mi insomnio fue ese pelirrojo de ojos verdes.

— ¿Y está bueno? —Fue lo primero que preguntó después de todo el relato. Elevé una ceja, mi semblante cambió a uno serio—. ¿Qué? Simple curiosidad.

Rodé los ojos y sonreí un poco.

—Sí, está bueno.

— ¿En una escala del uno al diez, cómo lo calificarías?

—¡Leah!

Ella encogió los hombros y movió su mano para restarle importancia al asunto.

—Aguafiestas.

Sonreí levemente y bajé la mirada para juguetear con mis manos. Era una manía jugar con mis dedos cada vez que me sentía nerviosa o ansiosa.

—No tengo que preguntar cómo te sientes para saber que estás cabreada con Harley y contigo misma —La miré e hice una mueca con mi boca—. Sin olvidar lo abatida que te ves. Cielos, chica, el maquillaje puede hacer maravillas, pero esa tristeza que te traes no se puede ocultar ni por más capas que te pongas.

Suspiré. Leah me conocía muy bien, no tenía miedo de expresar lo que pensaba o sentía, especialmente cuando se trataba de decirme las cosas tal y como son, iba directo al punto.

— ¿Crees que debería disculparme?

—Aquí la pregunta la haría yo, con unos cambios, por supuesto —Sonrió efusivamente—. ¿Sientes que deberías disculparte?

Luego de unos segundos, asentí lentamente.

—Buena chica —Dio suaves golpes a mi cabeza como si de un cachorro se tratase.

Reí y aparté su mano.

—Le enviaré un mensaje —Saqué mi celular del bolsillo. Lo sostuve en mis manos sin teclear ninguna letra—. No sé que decirle.

—Pasa. Yo me encargo.

Le dí mi celular y sus dedos comenzaron a moverse con agilidad. No sabía que pasaba por su mente debido a que su rostro se mostraba indescriptible.

—Listo. Ahora sólo hay que esperar a que lo lea —Sonrió abiertamente y me regresó el aparato. Fruncí el ceño cuando empezó a tocar las puntas de su cabello—. De paso le envié un mensajito a ese pelirrojo.

Abrí mis ojos ampliamente.

—¡Leah! ¿Qué le escribiste? —Empecé a buscar su mensaje en el celular.

—Mm... Algo irrelevante. Tal vez mencioné que te pones caliente cada vez que lo ves.

—¡Leah! —exclamé enfadada cuando miré que lo que decía era cierto. Dejé caer mi cabeza en la fría mesa—. ¿Ahora cómo lo miraré a los ojos de nuevo?

No podía simplemente borrarlo. Él ya lo había leído.

—Te complicas demasiado, chica. Lo escrito, escrito está.

Mientras me lamentaba y soltaba insultos dirigidos a mi amiga, el celular sonó.

—Un caballero ha respondido y solicita su respuesta, mi lady.

—Cierra la boca —Levanté el rostro y aparté mi cabello.

—Es usted muy cruel.

Ignoré su comentario y observé el aparato entre mis manos. ¿Lowell había contestado ese vergonzoso mensaje? Esperaba que no. Realmente deseaba que ignorara o pasara por alto lo que Leah había escrito.

Pero ahí estaba su nombre en la pantalla.

Había respondido.









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