Capítulo 34 | Mutua Hostilidad

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Halé de su brazo para sacarlo del apartamento. Si permanecía un segundo más en ese lugar con esa clase de compañía, explotaría. A pesar de que Harley se encontraba confundido no dijo nada y me siguió hasta el ascensor.

— ¿No es curioso que este aparato se llame ascensor cuando también se encarga de bajar? —preguntó para animar el ambiente.

Me crucé de brazos, no estaba de buen humor para sus ocurrencias. Él captó el mensaje y permaneció en silencio. Nos conocíamos muy bien para saber cuando algo andaba mal.

Al llegar al primer piso, salí fuera del edificio y me senté en los escalones de la entrada. El pelinegro se puso a mi lado.

— ¿Qué sucede, Lay? —preguntó cuidadoso. Permanecí en silencio, mirando la calle—. ¿Es por qué llegué tarde? Disculpame, había un accidente en la carretera obstruyendo el tráfico.

—No es por eso, Harley. Tal vez un poco, pero es por otra razón, una melena oscura, fría y sin sentimientos, ¿Te parece familiar?

Él esbozó una sonrisa.

—Hablas de Violet.

Di pequeños golpes a mi frente con la mano.

—Ay, Harley. A veces eres tan lento. ¿Cómo puedes dejarme en el mismo lugar que ella?

—Vamos, dale una oportunidad.

Abrí mis ojos y volteé a verlo con enfado.

—No me hables de oportunidades. Jamás —dije recalcando la última palabra.

Harley era un chico risueño, su irritante, pero dulce sonrisa no se esfumaba ni en momentos como ese.

—Es una chica asombrosamente hermosa, inteligente y testaruda, puede ser un poco fría en algunas ocasiones, pero me encanta.

— ¿Un poco? —Solté con ironía.

—Te aseguro que se llevarían bien si se conocieran más. Podrían hacerse amigas. Nada me haría más feliz que eso.

— ¿Amigas? —Escupí sin creerlo—. Ella me ve como si fuera estúpida. Como si no supiera que las camisas de chicas traen los botones a la izquierda. Además, puedo escoger la ropa que desee. Que me diga ella la Constitución Política del país al derecho y al revés, veremos si puede con eso.

—Creo que nos desviamos del tema. Sólo pido que seas tolerante con ella, ¿Puedes con eso? —Sonrió de una forma agradable, solté un bufido y asentí. Harley pasó su brazo alrededor de mis hombros—. Hablando de noviazgos. ¿Qué tal vas con Kiefer?

—Harley —advertí.

— Somos amigos, Lay —Me sacudió un poco, insistiendo. No iba a negar que me hizo sonreír—. Puedes contarme lo que sea. Dime, ¿Ya hicieron cosas sucias?

— ¡Harley Novak! Ya cállate —Sentía mis mejillas calientes por el bochorno.

El pelinegro se echó a reír, también quería hacerlo, pero me contuve y me limité a sonreír.

—Sólo es la curiosidad. Conozco a ese chico, pero sobretodo a ti. Esa mente tuya no es tan limpia como algunos creen, ¿A qué sí?

Le di un golpe en el estómago para que dejara de burlarse.

—La mía es la más sana en comparación con la tuya.

Ambos reímos, disfrutando del momento. Extrañaba esos pequeños y amenos ratos que pasaba al lado de mi mejor amigo. Realmente lo había echado de menos en el tiempo que estuvo fuera realizando su sueño. Estaba orgullosa de él.

— ¿Interrumpimos? —La voz de Roy se hizo presente.

Los chicos estaban frente a nosotros, mirándonos. Supuse que habían ido a comer a algún lugar cerca por los vasos de refrescos que llevaban a mano.

No me había dado cuenta de la cercanía de Harley, su brazo todavía permanecía sobre mis hombros. Me levanté y con nerviosismo limpié el polvo inexistente de mi pantalón.

Harley inició una plática con ellos, a la cual Lowell no se veía dispuesto a unirse. Su lindo rostro estaba cubierto de seriedad y silencio.

Uno que no me agradó.







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