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Capítulo 15 | Dulces Actos

Harley había leído mi mensaje y quedamos en hablar luego que su ensayo con los chicos finalizara.

Estaba sentada en un puesto de batidos, ordené uno de melón con naranja mientras lo esperaba.

Iba a marcarle cuando el pelinegro apareció con un poco de prisa y tomó asiento.

— ¿No llegué tarde, verdad? —Se veía preocupado, negué con mi cabeza y él suspiró—. Te compré esto.

Puso una bolsa de plástico sobre la mesa. La abrí y cuando vi lo que había dentro no pude dejar de sonreír.

—Dijiste que habías perdido el tuyo en las vacaciones de diciembre, y sé lo mucho que te encanta ese libro, así que compré otro. Léelo hasta dejarlo sin habla, sin ninguna palabra —Sonrió esperando mi respuesta.

Una la de razones por la cual me sentí atraída por mi mejor amigo fue su lado dulce y tierno. Sabía darme ánimos cuando lo necesitaba, un abrazo cuando me sentía triste o asustada, y una mano para levantarme cada vez que me equivocaba o requería ayuda.

—Me empalagas con tanta dulzura —Esbozé una sonrisa y él soltó una risa—. Gracias... Y perdón por lo que dije la otra noche.

—No te disculpes. Sé que te protejo mucho, pero es porque me importas y no quiero que te lastimen de nuevo, Layla. Así como yo lo hice. Yo soy el que debería disculparse.

Tomé su mano y le sonreí. Él me devolvió el gesto.

—Está bien. Eso ya pasó y estoy mejor. Que seas mi amigo me importa más. Sólo... jamás sueltes mi mano, Harley.

—No lo haré.

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