Capítulo 25 | Frías Caricias

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La noche había caído y Lowell condujo hasta el edificio donde vivía. Abrió mi puerta y caminamos hasta la entrada, me entregó mi mochila y le sonreí.

—Gracias por hoy, Lowell. La he pasado muy bien. La universidad puede ser muy estresante, en especial este último semestre. Necesitaba un suspiro.

—Puedo pasar por ti cada vez que lo necesites, sólo llámame.

Esbozé una sonrisa dulce. Esta vez tomé la iniciativa y cogí su mano. El pelirrojo se mantuvo en silencio, observándome. Sus orbes verdosos me miraban con tanta intensidad que eso provocó que me moviera para quedar más cerca de él.

Lowell acercó su rostro al mío lentamente. Nuestras respiraciones se mezclaban, mi nariz rozó la suya y nuestros ojos no podían apartarse.

—Bésame —susurré contra sus labios.

Como era de esperarse el pelirrojo se tomó unos segundos en silencio, mirándome, sonreí ante aquello y eso bastó para que Lowell acortara la distancia.

Sus labios eran suaves y deliciosos. Su beso era lento pero intenso, me encantaba. Su brazos rodearon mi cintura, dejé caer la mochila al suelo para llevar mis manos a su cuello.

Para mi disgusto él se separó un poco.

—Tus manos están frías.

Solté una risa y volví a besarlo. Podía sentir su sonrisa mientras me besaba. Si cada encuentro que tuviéramos terminaría de esta manera, definitivamente lo llamaría más seguido.

—Creo que ya es suficiente. Respiren un poco —Una voz varonil hizo que dejara de besarlo.

Abrí mis ojos, sorprendida. Me separé de Lowell y fui a abrazar al rubio.

—¡Drew! Mi lindo Drew. ¿Qué haces aquí afuera? —Me separé para ver su rostro y llevar mis manos a sus mejillas para inspeccionarlo.

— ¿Lindo? —preguntó el pelirrojo.

Me giré para verlo. Su rostro no tenía ninguna pizca de emoción, solamente reflejaba seriedad.

— ¿Quién es este chico, Layla? ¿Desde cuándo tienes novio? —indagó el rubio, observando fijamente a Lowell.

La mirada fría y dura no lograba intimidar al pelirrojo, que permanecía serio y muy callado. No sabía que pasaba por su mente en ese momento.

—No empieces, Drew —pedí recogiendo mi mochila—. Dime, ¿Qué haces aquí? Es tarde, deberías estar en casa.

El chico dejó de mirar a Lowell y se fijó en mí. Esbozó una sonrisa nerviosa que me preocupó.

—Tengo que hablar contigo. Harper está en recepción.

— ¿Por qué la trajiste? Espera, ¿La dejaste sola? Serás...

Tuve ganas de golpearlo, pero me contuve y negué con mi cabeza. Le indiqué que esperara adentro y así lo hizo.

—Lo siento, pelirrojo —sonreí a modo de disculpa.

— ¿Drew? —volvió a preguntar—. ¿Tuvieron algo?

Elevé una ceja, mirándolo con diversión.

— ¿Con mi hermano? Eso sería incesto.

El asombro llenó su rostro. No le di tiempo para hablar y me acerqué para besar su mejilla de forma rápida.

—Te llamaré —Sonreí y entré al edificio.







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