Capítulo 29 | Atrayentes Vistazos

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Nos encontrábamos en el parque acuático, estabamos rodeados de varias piscinas, toboganes, chozas donde alojarse con vista a la gran piscina, un restaurante y diversos lugares donde entretenerse.

—Este lugar es increíble —comentó Harper maravillada.

Las chicas fuimos al baño para cambiarnos mientras los muchachos se quedaron en la choza. Ayudé a la pequeña castaña con su vestido de baño. Leah usaba un traje de dos piezas, debía decir que le quedaba realmente bien, en cambio, Harper y yo llevábamos uno de una sola pieza, excepto que yo me había puesto un short encima.

Escuché a Leah bufar.

— ¿Así piensas conquistarlo? Tienes un buen cuerpo, chica. Me hubieras dicho y te prestaba un traje más sexy.

—Me siento cómoda así —Me puse unos lentes de sol—. ¿Cómo me veo, Har?

—Hermosa —dijo sin vacilar. Me acerqué para darle un beso en la mejilla—. ¿A quién quieres conquistar, Lay?

—Al guapo pelirrojo de afuera —contestó mi amiga.

Las tres caminamos alrededor de la piscina, algunos chicos le lanzaron piropos a Leah y unos cuantos silbidos para llamar su atención, la pequeña y yo reímos un poco mientras mi amiga se limitaba mirarlos fugazmente.

—Hay muchos peces apetecibles el día de hoy, veremos que atrapo —sonrió con picardía.

Llegamos a nuestra choza, los chicos se habían quitado sus camisetas, solamente usaban su bañador y sandalias. Mi vista cayó en el torso desnudo de ese caliente pelirrojo que había besado. Su pálida piel me llamaba a tocarla. Desvié mi mirada para no tentarme.

—Tu piel está caliente y el sol no tiene nada que ver en esto —susurró Leah, molestando como era de costumbre—. Déjame decirte que tu pelirrojo te está observando, puedo mirar el deseo en sus ojos.

Le di un golpe en el brazo para que se callara, en cambio, ella rió. Se estaba divirtiendo con esta situación.

¿Acaso decía la verdad? Quería comprobarlo. Lo miraría sólo por cinco segundos, solamente eso. Volteé a verlo y me topé con su mirada, podía decir que me quedé sin aliento. Agradecía llevar los lentes oscuros en ese momento.

Sonreí de lado y Lowell elevó una ceja.

— ¿Este es el pelirrojo del que hablaban? —Harper lo señaló, llamando la atención de todos, especialmente de él, que me sonrió con socarronería.

—Shh, Harper. Modera el tono —susurré.

— ¿Entonces es él? —Se acercó a Lowell sin ninguna vergüenza e hizo un seña con su mano para que se agachara. El chico así lo hizo—. ¡Verde! Sus ojos son verdes. ¿Ya viste sus ojos, Lay? No necesito hacerte preguntas, tienes mi visto bueno para salir con mi hermana.

—Harper —Se quejó Drew.

La pequeña se encogió de hombros.

— ¿Qué? Mira sus ojos. Son lindos.

—A ti todo lo verde te encanta —murmuró no tan bajo ganándose un pisotón.

Lowell y los demás chicos miraban con ternura a la pequeña castaña que se reía del rubio.

—Es encantadora —comentó Norris.

Harper volteó a verlo y sonrió mostrando sus pequeños dientes.

—Él me agrada.

Solté una risa nasal. A Harper sólo debías de elogiarla un poco y te amaría. Era una niña ingeniosa, extrovertida, alegre y sobretodo energética.










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