Capítulo 23 | Suaves Gestos

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Estaba en la entrada de la universidad junto a Leah, esperaba a Lowell. Me había escrito diciendo que estaba en camino.

Sabía que el pelirrojo era honesto, no como cuando quedaba con Leah en algún lugar y me decía que iba en camino cuando en realidad seguía en su apartamento.

— ¿Tienes una cita con ese ardiente pelirrojo? —indagó.

—No tengo idea si deba llamarse así. Oye, Leah, ¿Cómo me veo? —Observé mi atuendo—. Me levanté tarde y apenas me dio tiempo de cepillar mis dientes.

Mi amiga me examinó de pies a cabeza e hizo una mueca.

—Lo importante es tu belleza interna —Se echó a reír y le di un pequeño golpe en el brazo.

—Linda manera de decirme que parezco un desastre.

—Deja de parlotear. ¿Me parece a mí o aquel sexy rojizo viene hacia acá? Y déjame decirte que su vista se está deleitando con tu trasero.

— ¿Qué?

—Dale duro esta noche, nena.

Me dio unas palmadas en el hombro, en su rostro se dibujó una sonrisa pícara y luego se esfumó.

Solté un bufido y negué con mi cabeza.

Sentí unos golpecitos en mi hombro y me giré encontrándome a Lowell luciendo extremadamente caliente con unas gafas de sol y su desordenado cabello rojo.

—Estás para comerte —susurré embelesada.

El pelirrojo esbozó una sonrisa socarrona.

—Estoy en contra del canibalismo.

Abrí mis ojos, avergonzada. Sonreí en modo de disculpa. Unas chicas llamaron mi atención, veían a Lowell de forma lasciva y sin preocuparse por disimular un poco. Eso me molestó.

— ¿Nos vamos, pelirrojo? —Le sonreí dulcemente.

Él sonrió y asintió con su cabeza.

—Sólo déjame llevar esto —Tomó mi mochila y la colgó en su hombro.

Ese gesto me derritió por dentro. No paré de sonreír en el camino al auto, lo único que faltaba es que me abriera la puerta. El pelirrojo así lo hizo.

Tenía que parar de hacer esas cosas, era una chica amante del romance y conseguía que mi corazón se ablandara con sus dulces gestos.

Mientras Lowell conducía le eché un vistazo a mi cabello con ayuda del celular.

—Tal vez deberíamos pasar por mi apartamento. No luzco muy bien para esta salida.

El pelirrojo me echó un rápido vistazo y una sonrisa apareció en su rostro.

—Solamente estás un poco desaliñada, pero eso no quita que seas muy guapa.

Definitivamente mi corazón iba a ablandarse más rápido de lo que pensaba.






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