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"Plata"

—Kookie... —escuchó el susurrar en su oído, con aquel aliento que le ponía los pelos de punta y su corazón a mil por hora. Recordó su toque, su mirar tan cercano, su boca. Aquella boca con la que se encontraba en los más profundos pensamientos y ese estío lleno de devoción, ese estío eterno que duró como un parpadeo, pero para Jungkook siempre sería infinito. —Kookie —volvió a llamar aquella voz. Se estremeció ante sus anécdotas, toda imagen que se le plasmaba en su mente le era enorme. Sus rubios cabellos se acercaban hasta tocar su frente. Sus ojos hacían contraste con el radiante sol a su espalda mientras le dirigía la potente mirada, aurífera y dorada. Y sintió derretirse cuando su mano fue a su mejilla con suma delicadeza, como temiendo que con un toque todo su mundo se desplomase y quedaran solo trizas de ello. Como si todo hubiese sido efímero.

Y fue ahí, cuando sintió sus labios precipitarse, que abrió los ojos.

Con su respiración agitada y sudor recorriéndole por el cuello se incorporó en la cama. Sintió como sus ojos se abrían de golpe cada vez que parpadeaba y sus manos húmedas se aferraban a las mantas que calentaban su cuerpo con calor ajeno, y fue en ese momento, cuando se dio cuenta que no estaba solo en aquella cama. La cama no era suya, y el calor tampoco. La persona que desprendía calidez no era otra más que el amable Kim Taehyung. Y lo supo al encontrarse con su mirada, recorriéndole todo el cuerpo para luego enderezarse en la cama y quedar sentado como él, mirándole ahora con preocupación.

—¿Jungkook?

Un repentino jadeo salió de los labios de Jungkook al darse cuenta: Seguía en casa de Kim Taehyung.

—Hyung...

—¿Estás bien? —preguntó inquieto tocando su mejilla con sus largos dedos, pero el castaño los retiró de un manotazo— ¿Jungkook?

Éste, aún con los ojos abiertos como platos, los dirigió desconcertado a los contrarios, sintiendo como la piel de su rostro donde Taehyung había tocado ardía.

—Lo siento, al parecer no desperté bien —intentó bromear con una sonrisa forzada, sin embargo el mayor parecía no convencerse de su respuesta. Con el ceño enserio se separó de la poca distancia que había entre los dos y se acercó a la orilla de la cama— ¿Hyung? ¿A dónde vas? —preguntó de pronto intranquilo al verlo intentar salir de la cama— Déjame ayudarte.

—Trae la silla de ruedas —ordenó sonriéndole suave. Jungkook le miró con intriga. —Saldremos a dar un paseo.

Hacía frío, y el día a penas comenzaba en Seoul. Los rayos del sol saliente parecían querer demorar para mostrarse luminosos.

Taehyung y Jungkook se encontraban recibiendo todo el viento congelado de golpe en sus rostros, pero poco les importaba. Jungkook corría con la libertad que no siempre se le concedió y llevó a Taehyung a velocidades indeterminadas. No sabía con exactitud el destino en el que irían a parar, pero no le desasosegaba vagar con Taehyung por las inhóspitas calles de Seúl a las seis de la mañana. Las zapatillas de Jungkook y las ruedas de Taehyung sonaban estrepitosa y fuertemente contra el pavimento de las veredas, al igual que sus risas extinguiéndose en las ligeras ventiscas.

—¡Dobla, Jungkook! —acotó el mayor— ¡Dobla! ¡Dobla!

El sentido en el que iba la silla de ruedas era arriesgado, y girar tan súbitamente era un reto.

camaleón ¹ • taekookWhere stories live. Discover now