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"Naranja"

—Debo decir que estoy impresionado.

Taehyung ocultó su sonrisa mentalmente. Cruzó sus dedos reposando éstos en sus rodillas y luego fulminó al kinesiólogo.

—¿Hay algo que pueda ser destacado?

—Pues, desde la última vez que enfrentamos este proceso que, por cierto, ha de ser mucho tiempo atrás, acabo de ver un avance notoriamente grande, Taehyung.

—Me alegra escuchar eso... —sonrió libremente esquivando miradas.

—Sin embargo, hay algo que me saca de casillas, chico —Taehyung sintió un escalofrío recorrerle la espina dorsal al encontrarle el tono desconcertante. Algo ocurría—. Sé que no has estado completando la kinesioterapia apropiadamente; es malo porque no me conformo con las justificaciones que me das acerca de ello, y por consecuente, no tengo la menor idea de qué es lo que haces en casa para tu rehabilitación —la decepción en Kim revivió como una llama al escucharle. ¿Cómo podía estar él impresionado y soltar comentarios como esos?— No sé cómo malditos rayos le haces, chico. Pero si te soy sincero, eres como un milagro.

—¿Disculpe?

—Chiquillo, tu terapia está a un cincuenta por ciento de cien.

La mandíbula pareció caérsele al pobre Taehyung tras procesar aquellas palabras.

—¡Cincuenta! ¡Está bromeando!

—Pensé ver monos verdes, hijo. Pero sinceramente, eres milagroso.

—Doctor, ¡yo...! —las palabras nunca salieron de su boca, y su mente nunca las había creado tampoco.

—Personas como tú demoran en tener un buen futuro como el tuyo. Eres suertudo —los dos sonrieron ampliamente. El doctor cruzó sus brazos y posó sus codos en el escritorio, acercándose más al paciente—. Cuéntame algo, chico.

—Qué, doctor.

—¿Hay... algo? ¿O alguien? ¡Lo que sea! Pero, ¿existe una fuente de motivación en ti que te dé fuerzas para seguir luchando?

Esas preguntas quedaron volando, flotando alrededor de las nubes en el mundo de Taehyung, donde los castillos cultivaban recuerdos. Donde Taehyung le gustaba perderse intencionalmente por los bosques de la incertidumbre. Donde Taehyung podía correr libertino con sus piernas, sin prisa.

Aquellas nubes parecían llorar y no hay menor idea de su causa.

A Taehyung le gustaba la lluvia.

Sus pisadas crujían a cada paso que hacía sobre las ramas caídas de los árboles de memorias casi extintas. Y al llegar al lago de la reflexión, lo vio. A él.

Oh, no. Estaba en todas partes.

—¡Es increíble, Taehyung! ¡Estás superándolo día tras día!

—Me llaman "El Inmortal".

—Nadie te llama así, imbécil —Jimin abrazó fuertemente a su amigo, estrujándolo cariñosamente—. De verdad eres algo...

—El Inmortal, ya te lo dije.

El pelinegro rodó los ojos y dejó dibujar una sonrisa inconsciente en su perfil. De pronto le miró sin deje de acabar el encuentro entre sus ojos.

camaleón ¹ • taekookWhere stories live. Discover now