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"Durazno"

Jungkook se apresuró esta vez a abrir la puerta y resopló con fuerzas al reencontrarse de nuevo con aquella cara que se volvió familiar tan rápidamente.

—Has llegado muy temprano. ¿No debías ir a dejar a Taehyung a su casa? —rascó su nuca y acomodó su manta.

—Ya está en su casa —afirmó mientras la puerta se cerraba—. Sano y salvo.

Jungkook se alejó y caminó hacia la cocina con los brazos cruzados, siendo seguido por un ya descalzo Jimin.

—Realmente debes dejar de hacer esto.

El mayor sólo rió.

Cuando el pasar del tiempo se volvió veloz, la comida que Jimin manejaba en sus manos llegaron al plato de Jungkook, y éste a pesar de rehusarse a continuar comiendo de la mano de Park, fue obligado.

A Jimin no se le hacía problema alguna el cocinar todos los días para el castaño muchacho enfermizo, pero comprendía perfectamente que esa rutina iba a tener que terminar algún día.

Le parecía una desgracia.

—Escucha: la comida estaba muy sabrosa y todo, sin embargo de verdad necesitas irte. Puedo cuidarme solo —oyó de pronto. El plato servido se encontraba vacío y las mejillas de del menor se encontraban satisfactoriamente coloradas.

—Me iré si me prometes usar tus pantuflas cuando andes por aquí.

Jungkook quedó callado.

—Están sucias y malgastadas.

—Entonces te compraré otras y deberás ponértelas —remedió y sonrió complacido con su propuesta. No podía declinarla.

Otro silencio se apoderó de la cocina y Jimin se apoyó de la blanca isla.

—Bien —aceptó. Park continuó sonriendo triunfante—, ahora puedes irte —apartó su mirar.

—Nos vemos mañana, niño bonito.

Y cuando la puerta se oyó cerrar, el castaño soltó la gran exhalación que mantenía en su interior.

—Mañana...

Cuarto día sin Jungkook.

Le dolía seguir contando los días uno por uno. Si supiera cuántos días iban a ser igual a los anteriores, se hubiera preparado mentalmente para ello.

Tal vez se estaba torturando demasiado.

Ya le había mandado por mensajes las notas que con tanto esfuerzo había reclutado esos días, y Jungkook ni siquiera los había visto.

Eso sólo lo deprimió.

La tarde se resumió en estudios arduos y profundos, llenos de perplejidad y temas nuevos por aprender. Entretanto, alimentarse de sus galletas favoritas. Aquellas que compartió con Jungkook una vez. Y después, los mensajes. Los mensajes que no fueron leídos por el destinatario.

camaleón ¹ • taekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora