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"Kim Taehyung"

-—¿Cómo terminaste en silla de ruedas?

Taehyung suspiró. Bajó su mirada a sus manos entrelazadas y repitió más caricias por el dorso de la suave mano de Jungkook. Tersa como porcelana.

—Si no quieres decirme yo comprenderé, solo...

—No, no —interrumpió su habla otra vez, tomando con ambas manos la tersa piel que acariciaba—. Está bien —sonrió suavemente para Jungkook.

El castaño suspiró despacio por su boca y dirigió su mirada a sus manos inevitablemente. No hasta que se percató de la mirada de Taehyung, y volvió a alzar su rostro.

—Te contaré.

Estaban dos hermanos viendo la televisión, fascinados de lo que en ella se mostraba; una meticulosa y analítica operación médica. En ese documental que se plasmaba frente a sus jóvenes ojos interesados explicaban detalladamente cada paso y su causa.

Era una rutina nocturna de ocio entre los dos.

Su hermana mayor le declaraba el anhelo que le tenía al crecer para hacer lo mismo que en la pantalla se visualizaba. Y Taehyung expresaba lo mismo con idéntica emoción y brillo en sus oscuros orbes.

Ambos eran tal para cual.

—¡Yoona! ¡Taehyung! ¡Es hora de apagar esa televisión! —reclamaba la señora Kim siempre— ¡Ya es hora de irse a la cama!

Cuando los años fueron transcurriendo, Taehyung tenía dieciséis y Yoona había cumplido los dieciocho, se había graduado con honores y fue la más joven entre alumnos de su generación. La llamada a la universidad llegó tan pronto para ella que no le tomó ni un día para decidirse íntegramente a asistir, pues toda su vida había soñado con alcanzar ese logro, por lo que aceptó sin dudar. El esfuerzo para llevar a cabo una ensoñación dio sus frutos, y sus padres se conmovieron orgullosos de su primera descendiente. Por otro lado, Taehyung la admiró infinitamente y su imagen le fue de inspiración para su día a día.

—Taehyungie —recordó las palabras que le dedicó para él y solo él antes de ausentarse de casa—, ¿recuerdas los buenos tiempos que pasábamos cuándo jugábamos animadamente a ser cirujanos? ¿Las veces que imaginábamos lo mejor? ¿Y lo que prometimos en ese entonces? —el chico asentía sin parar, maravillado— Llegó la hora de cumplirlas, ¿no crees? —boquiabierto, el chico aceptó sin ninguna vacilación, pues era parte de sus futuros logros también— Bien. Pues deberás cumplir con tu parte, como yo hago con la mía —le sonrió suavemente—. Serás alguien grande en este mundo. Ya verás que lo bueno vendrá a ti y vivirás lleno de contento. Experimentarás demasiadas cosas en tu futuro, pero quiero que sepas que todo esto te enseñará las miles de millones de caras que el mundo que descubras te puede ilustrar, y te demostrará lo vivo que estás —le acarició las mejillas—. Espero verte pronto, hermanito —le deseó éxito, besando su frente antes de irse.

La dulce e inteligente Yoona se abriría paso a Nueva York. Taehyung estaba asombrado de qué tan lejos fue a llegar, y luego de su ida solía frecuentar su habitación. Le gustaba leer los libros que no pudo llevarse consigo, sus informes hechos a mano y terminar siempre apreciando el mural en la pared, repleto de fotografías. Su imagen favorita era y eternamente sería la que había en el centro; Yoona y él en el parque de diversiones, una noche de sábado.

camaleón ¹ • taekookWhere stories live. Discover now