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"Cardo"

—Dos chocolates calientes, por favor.

La amable señora le recibió el dinero al pelirrojo y le tendió los dos vasos térmicos con dulce y caliente chocolate. El mayor avanzó sonriente hacia la banca en la que Jungkook le esperaba ansioso por el pedido. Cuando recibió su chocolate, sopló con apuro y sorbió a gusto.

—Ahh... —suspiró dejando salir un gélido vaho en el aire— ¡Tenía tantas ganas de tomar un rico chocolate!

—Mmm... —saboreó Kim— Sí que está muy rico...

—Podría beberme miles y miles de litros de chocolate caliente, ¿sabes?

Taehyung rió ante esa declaración y jugueteó con la oreja de su novio, risueño.

—Y yo podría amar ver tu sonrisa por toda la eternidad —confesó, atrayendo la mirada de Jungkook. Le tomó la mano y la acarició—. Lo digo en serio. Nunca había visto una sonrisa tan preciosa como la tuya. Me vuelve un maldito loco.

El castaño rió.

—Entonces debo admitir que nunca había conocido a un hombre tan guapo como tú. Me vuelves un maldito loco.

Ambos soltaron una carcajada. Se notaba que coquetear no se les daba muy bien.

Jungkook posó su cabeza en el hombro de Taehyung y miró hacia el perenne cielo pálido. Sus manos continuaban juntas con sus dedos entrelazados, sus mejillas mantenían un sonrojo y sus cuerpos trataban de transmitir todo lo cálido de ellos.

—Tae —le llamó, recibiendo un susurro por respuesta que Jeon pudo percibir a pesar del runrún de las voces en la helada plaza—, dime. ¿Crees que esto es un "para siempre"?

El pelirrojo se enderezó en el asiento y frunció el ceño.

—¿Por qué preguntas eso, Kook?

—No lo sé. Es solo que... —tomó un respiro y observó las nubes arriba de ellos, en lo gran alto— Contigo mi corazón se siente afortunado. Me siento dichoso de tenerte porque se siente muy bien. Eres un ser humano increíble y...

—¿Por qué lo dices como si fueras un tipo de extraterrestre?

—No me juzgues —recriminó interrumpiéndolo. Kim solo reía con gracia—. Eres especial. Nunca comprendí cómo es que fuimos hechos el uno para el otro, pero agradezco a todos los cielos por eso. Cada mañana me entregabas las energías para levantarme de la cama con solo recordarte. Tu sonrisa, tus ojos, tus labios. Tú... —los dos recorrían cada centímetro de ellos con sus miradas— Me haces sentir muchas cosas, una infinidad...

—Y tú me haces sentir un sinnúmero de colores...

—¿Colores? —curioseó el chico meloso, como si estuviese ronroneando— ¿Te hago sentir colores?

—Sí, muchos colores. Todos los días —admitió arrullando la mejilla del castaño con su mano desocupada, intercambiando hálitos—. Tú le das sentido a todo, hasta a los colores. Eres mi arco iris, Jungkook.

El chico no supo que decir, mas su sonrojo habló por sí solo. Se sonrieron almibarados y no resistieron la distancia entre sus labios, así que la rompieron en un dulce beso.

—Tae. Prométeme que estarás a mi lado pase lo que pase —suplicó encima de sus labios—, por favor.

—Kook —suspiró complacido—, ni siquiera lo dudes. Te acompañaría hasta el final del arco iris. 

Abandonaron sus chocolates humeantes a un costado y Taehyung rodeó las mejillas sonrosadas de Jungkook. El menor persiguió el rastro que las manos de su novio dejaron por su piel y sus bocas se juntaron como un choque de mundos. Eran realmente hechos el uno para el otro; Kim era la llave y Jeon el candado. Se necesitaban tanto como se deseaban. 

De pronto, el destemplado rugido de un motor se aproximó hacia ellos. La cercanía se volvió distante y voltearon sus cuerpos para encontrarse con una furgoneta oscura. De ella, un chico delgado se bajó. Sabían que no era cualquier chico.

Se levantaron de su comodidad y Min Yoongi se les acercó.

—No me mires así —el rubio pilló la asesina vista de Kim—, solo quiero unos minutos con Jungkook. Si es que puedes... —mendigó con sus cansados ojos. Parecía no haber dormido bien.

—Okay.

Jungkook había aceptado, y a Taehyung no le quedó de otra que esperar sentado por su castaño, bebiendo su chocolate con algo de recelo ante lo que sus ojos apreciaban.

Min Yoongi y Jungkook se alejaron prudentemente de los demás y sus corazones palpitaron aún más.

—Acabo de salir de la comisaría —lanzó de una vez.

—¿¡Qué!? —el pulso de Jungkook sobresaltó— ¿Cómo es que...?

—Había acudido a tu mamá para declarar parte del delito. El incendio —aclaró con su gruesa voz—. Un amigo mío resultó ser el culpable del incendio y parte de la mafia que investiga tu mamá. Lamento informártelo —se rascó la nuca y el castaño mordió fuertemente su labio, negando incrédulo con la cabeza—. En cuanto lo atrapen, podremos obtener información sobre sus crímenes. Le sacaremos el jugo a todo este asunto, no te preocupes

—Tienes... Tienes razón. Después de todo, el caso está por sus finales...

Yoongi levantó su quijada y se dirigió a Jeon, sacando de sus bolsillos sus frías manos.

—Jungkook, aún no me doy por vencido. Lo lamento.

El castaño veía eso venir. Su presentimiento era intuitivo y sintió su pecho algo pesado. Intentó tomar un poco de aire para llenar sus pulmones y cruzó sus brazos.

—No lo lamentes... Yo comprendo —mordió el interior de su mejilla y sus cejas se juntaron angustiadas—. Pero no puedo aceptarte.

—Ya lo creía así, no te preocupes —rió con pena y bajó la mirada.

—Yoongi —le alzó el rostro con sus manos para poder hablarle mejor—, yo... ya encontré a la persona que me hará feliz —admitió divisando a su pelirrojo en la banca, inmerso en el blanco cielo—. Y... a mi parecer —giró a observar a la peli-anaranjada en el volante de la furgoneta. Ella se encontraba ensimismada espiando al rubio desde su lugar, y terminó avergonzada al chocar con los ojos de Jeon. Se sonrojó—, ya tienes a alguien a quien hacer feliz.

—¿Kookie? ¿Acaso...?

—Cree en mis palabras. Podré rechazarte, pero no mentirte —el rubio le miró unos instantes y quiso negar las palabras que habían abandonado la boca de su frustrado amor, pero sabía muy bien que eran ciertas. Se relamió los labios y asintió, aceptando lo dicho. Se abrazó a sí mismo buscando consuelo, pero se sorprendió al ser acogido por los cálidos brazos de Jungkook—. Prometo estar siempre en tus recuerdos, ¿está bien? —le acarició los cabellos al paralizado muchacho— Los recuerdos siempre serán imborrables después de todo.

Yoongi asintió. Se separaron y el frío les envolvió hasta estrecharlos. Compartieron una última sonrisa y supieron que aquella sería la concluyente. La sombra de Min se alejó hasta desaparecer dentro de la furgoneta y esta partió. 

El castaño suspiró con pesar.

—¿Todo bien?

La voz de Taehyung le trajo de vuelta al mundo.

—Sí —afirmó, depositando un beso en la frente de Taehyung, sorprendiéndolo—, contigo siempre.

Con ese juramento, con esa voz, Taehyung se sintió como el color cardo. Se halló seguro en la sinceridad de Jungkook. En ese castaño al que adoraba de pies a cabeza. 

—Feliz navidad, Kook.

A Jungkook se le subieron más colores a la cara y abrazó las caderas de su pelirrojo.

—Feliz navidad, Tae.

camaleón ¹ • taekookWhere stories live. Discover now