Capítulo 9: Una bifurcación en el camino (editado)

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Taissa notó cómo la zarandeaban antes de escuchar voces intercambiadas en una conversación, que en su adormilado cuerpo, no quiso prestarles atención. Cansada y casi sin poder moverse, lo único que deseaba era que hubiera silencio.

Las manos que habían estado presionándola para que se despertarse del todo la soltaron, y Taissa, tomándolo como una victoria personal, enterró más la cara en su brazo. Mas la paz no duró demasiado, pues el agua fría se estalló contra su rostro y consiguió lo que antes no habían podido, espabilarla por completo.

El primer rostro que vio fue el de Rob sobre ella, con una pequeña sonrisa ladeada. Taissa tosió sacando lo poco que había llegado hasta su garganta y él se apartó.

—Que conste que soy el tercero que intenta despertarte —dijo como si hubiese sido algo de vital importancia —. Ya sabes lo que dicen... —Taissa no continuó la frase, solo frunció más el ceño.

—A la tercera va la vencida —completó Dylan contendiendo una sonrisa. Se encogió de hombros tras su mirada de reproche —. Jordy fue el primero en intentarlo, y le golpeaste en la cara con bastante fuerza.

—No... No fue nada —Se acarició éste la mejilla derecha suavemente con la mano.

Ella los ignoró, aunque admitió sentirse un poco mal, y se levantó dignamente. Casi habían recogido todo, así que tras acabar y desayunar, volvieron a montar en los caballos. Esa vez, Dani y ella iban a la mitad del grupo, detrás de Dylan, y durante veinte minutos, el silencio fue gélido.

—¿Has hecho voto de silencio? —le preguntó, todavía mirando al frente, aunque con un tono amigable. Y Taissa supo por éste que había notado su mueca de enfado y disgusto, y como no contestó, ella continuó —. Entiendo si estás enfadada por despertarte de ese modo, pero no te lo tomes a mal, solo estaban jugando. A veces se comportan como niños.

—Me importa una mierda cómo me despertéis —dijo chasqueando la lengua, apenas consciente de lo que decía. Pero el sueño que había tenido la había levantado de mal humor: Unas altas colinas, el bullicio habitual, leer, reír, el tacto de la hierba en sus dedos... Tan bonito que cuando acabó, la puso de un humor de perros.

—Tampoco es para ponerse así.

—Lo que tú digas, princesita.

—¿Crees que no sé lo que pasa? —preguntó Dani posando sus achocolatados ojos sobre su acompañante con dureza, leyéndola como un libro abierto. Taissa vio a Dylan girarse momentáneamente, pero al ver el percal que se avecinaba volvió a poner ojos en el camino sin hacer comentario alguno —. Si es por la manera precipitada en la que salimos de la ciudad, déjame decirte que tú fuiste la que te lo buscaste —Dani había sacado provecho de lo que había sido testigo, algo que no se había esperado y que le había dolido más de lo que se habría imaginado, de lo que le habría gustado admitir. Había pensado que se podrían llevar bien, pero ya no quería tener nada que ver con ella. De su garganta salió una risa desconcertante incluso para ella —. ¿Qué tiene tanta gracia?

Su risa se apagó al momento. Su ceño se frunció y apretó los dientes con fuerza. Taissa no pudo evitar compararse con ella, pues ambas eran muy diferentes, y ella lo pudo ver claramente.

Dani, que era soldado del cuerpo externo, también era una de las pocas mujeres soldado que había en el reino, ya que desde no hacía mucho ese puesto solo había sido ocupado por hombres, por lo que requería no solo un entrenamiento exhaustivo, hasta llegar a ser el triple de buena que un hombre, sino también altos contactos para conseguir una simple oportunidad, y por otro lado ella... hija de un constructor y una costurera.

No se avergonzaba de ello, pues había quienes lo tenían peor, y sabía que sus padres se habían sacrificado por salir adelante, pero estaban hechas de manera diferente. Y cuando ese trayecto acabase, recorrerían caminos opuestos, ella sirviendo, y Dani abandonando aquella vida cuando sus padres la obligaran a contraer matrimonio.

El grimorio robado (La corte de los desterrados #1)Where stories live. Discover now