Capítulo 20: Ducado de Icylands (editado)

179 20 0
                                    

Taissa no quería admitir la razón de que sintiera que sus brazos la cosquilleaban. Después de casi una semana, sintió un tirón hacia arriba de sus comisuras, una sonrisa hábilmente contenida. Por fin podían vislumbrar el castillo.

Se sentía emocionada, no por el baile, que la tenía más bien nerviosa, sino por lo que le depararía aquel futuro próximo. Deseosa de tumbarse sobre esa mullida cama de la que Dani le había hablado, o de probar los maravillosos postres que tenían encantado a Rob, babeando por ellos en sueños.

Dylan, a diferencia de ellos, había estado distraído, con la cabeza en otra parte. Había parecido cuanto menos estresado, pero por las noches, cuando le tocaba hacer su turno, Dylan se inclinaba sobre ella, notando que estaba demasiado nerviosa para poder dormir, y le susurraba historias que su madre le había contado. Historias sobre el reino al que su sangre pertenecía. Sobre los bailes de las hadas, en donde los duendes acababan robándoles hasta los zapatos, lo suficientemente embriagados como para notarlo.

Sus palabras la acunaban como a un bebé y llenaban sus sueños de doncellas vestidas de luz de luna y de príncipes que cantaban versos de poemas ya olvidados. Era un mundo demasiado hermoso para ser real. Ella lo sabía, y aún así, siempre lo recibía con los brazos abiertos, lista para adentrarse a él cuando sus párpados por fin caían agotados.

Taissa cabalgaba al lado de Dylan, y le echaba breves vistazos de vez en cuando. Cuanto más se acercaban, Taissa creía que parecía estar menos seguro de su plan, cualquiera que éste fuera. Se había vuelto callado y cabizbajo, y Taissa no había podido evitar observar su semblante abstraído. Y Dylan solo pareció salir de su burbuja cuando Rob exclamó aliviado. El palacio se alzaba a escasos metros.

Absorta en donde no debía, Taissa abrió los ojos sorprendida, pues no era como se lo había imaginado, y tampoco era parecido al que estaba en Corona. Sus enormes jardines, que parecían kilométricos, estaban decorados con arbustos en forma de animales y justo en frente de aquella majestuosidad, un gran estanque rectangular, que resguardaba patos de diferentes tipos, reflejaba el enorme edificio.

Pasaron por un arco de triunfo antes de llegar al recinto del palacio, y los relieves del arco contaban una historia que Taissa no se molestó en mirar. Había tanto que ver y su capacidad tan pequeña, que solo pudo enfocarse en la fachada.

La inmensa fachada (de tres pisos) no dejaba hueco sin adornar, y seres alados en las esquinas daban la bienvenida a los visitantes, vestidos con ropajes de fiesta. En las paredes se veían esculpidas figuras de reyes, así como escudos de grandes casas (algunas ya inexistentes), pero la sonrisa de Taissa empezó a desvanecerse cuando vio algo que le pareció de lo más inquietante.

Había algunos seres feéricos entre ellos, con sus orejas puntiagudas y sus características inhumanas, de rodillas bajo soldados, capitanes, generales y reyes. Siendo asesinados. La fachada era un cuadro de crueldad, y aunque la belleza aún estaba presente, en las curvas y las dimensiones, en la profundidad que poseían, a Taissa se le formó un nudo en la garganta. Mirándolo mejor, ni siquiera los seres alados se salvaban, pues sus expresiones, las que le habían parecido en un primer instante solemnes, eran en realidad una máscara de derrota, y sus muñecas y tobillos se hallaban atadas a cadenas.

Taissa escuchó cómo susurraban su nombre, y al mirar a Dylan, suspiró aliviada. Había sido él y no los probables cadáveres de los seres feéricos que estarían enterrados en esas tierras. Dylan tenía el ceño fruncido.

—¿Todo bien? —le preguntó en un susurro antes de llegar a las puertas. Taissa asintió y Dylan se lo correspondió, desviando posteriormente la mirada hacia su objetivo.

Cuando llegaron a las puertas, los recibieron dos filas paralelas de sirvientes, con quien Taissa supuso que era el gran duque de Icylands en la puerta, junto a una mujer a su lado, probablemente su mujer.

El grimorio robado (La corte de los desterrados #1)Where stories live. Discover now