Capítulo 24: Arrepentimiento (editado)

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A la mañana siguiente, la alcoba de Taissa no se vació ni un momento. Incluso la desaparecida Alicia fue para animarla después de un día sin verla en lo absoluto, aunque sus incesantes preguntas sobre el nivel de "bien" en el que se encontraba la estuvieran más que nada agobiando.

Sus ojeras eran más profundas de lo que lo eran la última vez que Taissa la había visto, al igual que las suyas por culpa de las pesadillas que la acosaban en la noche, pero no le dijo nada, a diferencia de su madre, que se veía a cada minuto que pasaba más preocupada.

—Estoy bien —le escuchó decirle, aunque no parecía muy sincera.

Lady Meredith se sentó en el hueco que había quedado libre a su lado —Déjame que te mire eso —dijo apartando su cabello del cuello para ver los moratones —. Tiene pinta de doler, lo siento.

—Duele, pero con lo que me da Jordy y la pomada, el dolor es mucho menor.

—Menos mal que Dylan se quedó contigo esa noche y Dani ayer, debiste pasar mucho miedo.

—Sí, aunque no tardé en quedarme dormida, sorprendentemente. Ni siquiera sé cómo lo haré esta misma noche.

—Lo que necesitas es compañía, puedo quedarme contigo si quieres —Se ofreció Alicia desde detrás del sofá.

—Creo que Taissa preferirá la compañía de otra persona. Ya sabes, metro ochenta, rubio y de ojos verdes —le contestó su madre —. No quiero sonar metomentodo, pero podemos hacer una excepción si quieres que Dylan se quede contigo —Taissa alzó las cejas —. Te vendrá bien estar con alguien con quien te sientas protegida.

—¿Qué? N-no, no. Él y yo... no...

—¿De verdad? Como os pasasteis toda la tarde juntos... Perdóname.

Taissa se libró de contestar cuando la puerta se abrió y entraron unos cuantos sirvientes llevando carritos con bandejas encima. Taissa se alegró, empezando a tener hambre. Jordy dejó de tocar el piano, y aunque a ella le había gustado estar escuchándolo, prefería que comiera algo.

—Pues yo no veo mal que alguien te haga compañía, te subiría el ánimo —dijo Meredith sentándose en uno de los sillones desocupados —. Podrían venir a pasar la noche las chicas, si quieres.

—Sí, nosotras te animaremos —Alicia parecía quererlo de verdad, como si le doliese verla así, o como si por una parte se sintiera culpable, ya que era su casa en donde todo había pasado. Verla entusiasmada también le hizo querer hacerlo un poco, aunque no podía evitar pensar que estaba mal sin Sam, ya que jamás habían hecho cosas de ese estilo la una sin la otra —. Estaremos, tú, Dani, Vero y yo. Oh, y Grainne. ¿Dónde está ella, por cierto?

—Está ayudando a Jordy con los ungüentos, para que él tenga más tiempo —explicó Dani.

—Ah, entiendo.

—¿Quién es Vero? —preguntó Taissa.

—Es la ahijada de mi padre y la única chica de más o menos mi edad aquí —Y complementó diciendo —, aunque tiene dieciséis. Ya verás como te gustará.

Varias horas después, cuando ya habían terminado de comer, la salita se fue vaciando hasta que solo quedaron Dani y ella.

Dani miraba por la ventana con una cara inexpresiva como si su mente estuviese en otro lado, como si estuviese más allá de las praderas que veían, en los bosques de altos árboles, cazando con los demás. Taissa sabía (o podía imaginarse) cómo se sentía, impotente. Sin hacer absolutamente nada que les pudiese ayudar, sentada allí con ella y no al lado de los demás. Pero no parecía ser lo único ya que, a veces, su ceño se fruncía y se mordía el labio; como preocupada.

El grimorio robado (La corte de los desterrados #1)Where stories live. Discover now