Capítulo 16: Una noche de fuego y muerte (editado)

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Dylan se deslizó por la cornisa primero para volver a ayudarla de ser necesario, aunque esperaba que no lo fuera. Con más cuidado, Dylan tanteó la cornisa antes de pisarla realmente, y en apenas tres minutos había cruzado. Taissa le pasó las pruebas por la ventana y tomando una honda respiración, pasó la pierna por la ventana, agachándose y luego cruzando la otra. Empezó a cruzar con el doble de cautela que Dylan, y cuando llegó hasta el balcón, Dylan la ayudó a cruzar y ambos suspiraron aliviados.

Se adentraron en la sala, cerrando las puertas del balcón tras de sí y Dylan se quitó la capa, dejándola caer al suelo sin cuidado. Taissa no pudo evitar echar un vistazo. Sin aquel manto que no hacía forma a su cuerpo, Taissa pudo ver la silueta que hacían sus músculos bajo el abrigo oscuro. Dylan se peinó el pelo hacia atrás con los dedos y Taissa desvió la mirada.

Éste la ojeó con sus ojos verdes, creyendo haberla visto mirándolo, aunque en aquel momento tenía la vista puesta en una estantería. Dylan no pudo adivinar por qué, ya que ni siquiera los títulos de los volúmenes eran legibles desde esa distancia.

Fue hacia la armadura, que brillaba en dónde la había dejado, y se inclinó para tomarla, sin esperar que sus pies trastabillaran. Dylan se tambaleó hacia adelante, como si se hubiera mareado, aunque se sujetó del sillón y sacudió la cabeza, como para aclarársela.

—¿Estás bien? —preguntó Taissa mirándolo.

—Sí, no sé qué ha pasado —Tomó la capa y se la puso, listos para marcharse —. Larguémonos de aquí.

—¿Ahora? —preguntó Taissa. Dylan asintió.

—Mientras aún podamos —dijo, aunque Taissa no estaba tan segura. Aún se sentía mareada, pero hacía lo mejor que podía por disimularlo.

Ya preparados, Taissa con los documentos para que Dylan pudiera hacerse cargo de cualquier contratiempo, abrieron la puerta, y Dylan se asomó por ésta. Asintió y dijo —Vamos.

Recorrieron los pasillos en completo silencio, más cansados de lo que cualquiera de los dos se habría imaginado que estaría. Sus corazones bombeaban rápido, Taissa podía escuchar el suyo en sus orejas, pero ninguno se quejó. Sabían lo que tenían que hacer. De repente, toda esa aventura parecía demasiado. Taissa no podía creerse que hubieran entrado allí los dos solos, sin refuerzos, sin que nadie lo supiera. También se había dado cuenta de cómo Dylan la miraba cada dos pasos, echándole un vistazo rápido antes de comenzar de nuevo con la rutina, como asegurándose que no la dejaba atrás, que ambos salían de esa.

No podía creerse que se lo hubiera tomado tan a juego. Porque sí que lo había hecho, no se había tomado en serio el peligro. Pasando de uno en otro, y cuanto más se tranquilizaba, más sabía que de tenerlo que repetir, lo haría. A pesar de que aún lo sentía en los huesos.

Bajaron unas escaleras de servicio, que por las telarañas y el polvo que tenían acumuladas, se notaba que nadie las había utilizado recientemente. Se encontraron en otro pasillo de aspecto fantasmagórico y echaron a andar hacia una de las puertas laterales, aunque Dylan lamentablemente estaba bastante seguro de que estarían bien guardadas, pero por comprobarlo no perdían nada.

Bajaron otro tramo de escaleras y Dylan se detuvo, haciendo que Taissa también lo hiciera —Espera aquí —susurró. Taissa asintió, apoyándose en una puerta mientras Dylan se acercaba sigilosamente a las cocinas.

Dylan esperó con la espalda pegada a la pared hasta que escuchó las tenues voces en una conversación. Dos... tres hombres. Dio media vuelta y no tuvo que decir nada cuando Taissa vio su expresión —¿Entonces? —preguntó mientras se alejaban.

—Vamos a buscar otra salida.

Comenzaron a caminar y a buscar puertas abiertas, cuyas salas tuvieran ventanales que abrir y por los que salir. Ambos querían irse ya a la cama, y de solo pensar que ni siquiera tendrían que dormir sobre el frío y duro suelo les daba fuerzas para seguir avanzando. A Taissa aún le dolía la garganta y tenía unas cuantas uñas rotas al haber intentado agarrarse a la pared y por donde la sangre ya se había secado.

El grimorio robado (La corte de los desterrados #1)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora