Capítulo 33: Un frente unido (editado)

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Un par de días después llegaron los vestidos, encerrados en hermosas cajas blancas envueltas por un lazo de color rosa pastel.

Taissa había hablado con Dylan sobre las mentiras de Meahlly, y aunque él había dicho que se encargaría de ello, Taissa no sabía qué había hecho al final. Las cosas seguían raras entre ellos, y no estaban muy comunicativos. Aún así, ambos seguían compartiendo alcoba, aunque ella durmiera en la cama, y él en uno de los sofás, a pesar de la negativa de Taissa. Ésta se había llegado a preguntar por qué no se había cambiado de habitación, o por qué no lo había hecho ella ya, pero no pudo darse una respuesta.

Alicia, quien era quien tenía las cajas, las hizo llamar, y sin mucha prisa, Taissa llegó hasta su alcoba. Tras unos suaves toques a su puerta, la cabellera oscura de Alicia no tardó en asomar.

—Has llegado pronto —dijo con un tono de sorpresa. Taissa se encogió de hombros, no era que tuviera nada más que hacer.

Alicia la hizo pasar al dormitorio y Taissa casi jadeó.

Tenía un dormitorio precioso. En el centro de la alcoba, de un gran tamaño, llamaba la atención la cama con dosel cerrada por cortinas casi transparentes rosas, como Taissa se imaginaba que sería la de una princesa.

Aún así, no pudo evitar elevar una ceja cuando se encontró con montañas de libros acumulados al lado de las paredes y en los alfeizares de las ventanas.

Un pájaro silbó y Taissa desvió su atención al hermoso tocador de madera pulida de donde había salido el sonido y en donde había una jaula con un pajarillo azul, al otro lado también vio unas puertas. Alicia la invitó a abrirlas, y Taissa vio un enorme vestidor. Vestidos por todos lados, de todas las estaciones, colores y tipos. Zapatos de diferentes clases, y distintos accesorios también, como pulseras, diademas, pendientes y collares. De todo.

Pero Alicia no prestó atención a nada de eso, se agachó y con sus delgados brazos tomó una caja. La puso sobre la cama, y quitando toda floritura, Taissa la abrió. Ahí estaba, aquel precioso vestido, tal y como lo recordaba.

Lo sacó y lo contempló. Sabía cómo luciría en ese vestido, y sabía que si normalmente ya destacaría por aquellos brillantes ojos, esa ajetreada noche lo haría aún más. Pero le daba igual. No era una noche para divertirse.

Alicia la observó, contemplando el vestido que no tardaría en vestir. Frunció el ceño y dejó escapar una pequeña tos.

"No ahora", pensó.

Un ataque de tos se desató desde las profundidades de su garganta. Alicia se tapó la boca y bajó la mirada, consciente de que Taissa se había girado hacia ella. Se llevó una mano al pecho y sintió cómo le ardía la garganta, casi como si estuviera bebiendo un whiskey barato.

Las manos de Taissa dejaron el vestido y poco después Alicia las sintió sobre ella. Hizo que se sentara en su cama, y frotando su espalda suavemente, esperó a que poco a poco, muy poco a poco, la tos se hiciera menos frecuente e intensa. Alicia comenzó a respirar con normalidad, aunque con profundas inhalaciones. Entrelazó las manos y las bajó, antes de que Taissa le apartase el pelo de la cara para ver su expresión, pero parecía tranquila.

—Estoy bien —respondió dándose cuenta de su preocupación.

—¿Estás segura? —preguntó Taissa.

—Claro, simplemente parece que me estoy empezando a resfriar —Se inclinó hacia atrás apoyando sus codos en la cama y añadió —. Pruébate el vestido, anda.

Taissa asintió con duda, pero como parecía que volvía a estar bien, no le dio más importancia. Alicia se puso detrás de ella y le preguntó —. ¿Quieres que te ayude?

El grimorio robado (La corte de los desterrados #1)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt