4. Clock ticking 4

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15 minutos antes

Jimin sentía su cabeza pulsar, con un leve movimiento cerró sus ojos con fuerza al advertir el escozor de su trasero.

Pero ¿Qué mier...

Sus pensamientos se vieron interrumpidos por el fuerte brazo que apretaba su vientre y lo pegaba al hombre desnudo que se encontraba a su espalda.

¡No puede ser! Chilló mentalmente No, No, No de nuevo...

Cuando intento removerse una gruesa y firme voz se lo impidió.

— Quieto chiquillo. No querrás que te joda otra vez.

El rubor se apoderó de las mejillas del menor mientras pensaba Ahora si, la jodí en grande...

— ¿Cómo te llamas? — exigió el hombre.

— Ji-jimin — respondió dándose una cachetada mental por tartamudear.

— ¿Jimin? — cuestionó, saboreando el nombre entre sus labios. — ¿Sueles cobrar por esto, Jimin?

El menor abrió sus ojos, pensando que se saldrían de sus órbitas. Trató de moverse bufando molesto, deteniéndose al sentir el pellizco en su vientre y el dolor en su trasero.

Pero sí que me ha follado este hijo de su....

— Mmm... — murmuró el hombre mientras daba pequeñas caricias sobre la parte que pellizcó hace pocos segundos. — Si no cobras, deberíamos repetir... — afirmó con voz gruesa y melosa sobre la nuca del menor, erizando su piel y haciéndolo estremecer.

— Idiota — siseó Jimin tratando de deshacer el fuerte agarre.

— Shhh chiquillo — le silenció el pelinegro, pegando su lánguido miembro a las esponjosas nalgas. — Respeta a tus mayores — declaró con una sonrisa gatuna sobre el hombro contrario.

En aquellos quince minutos, el mayor se sentía tan a gusto que no había abierto los ojos, algo que para una persona como él era un milagro. La mafia no daba espera, si dormías un segundo te podría costar vida. Ese es el camino que había elegido y hasta este momento era la primera vez que se preguntaba ¿Cómo se sentiría ser libre? 

Después de pagar muchas prostitutas a lo largo de su vida o acostarse con cada ofrecimiento que por ser el jefe tenía, estaba allí con un adolescente que le había dado el mejor sexo de su vida. Pagaría lo que fuera por tener aquel delicado cuerpo cada mañana y noche en su cama si de esa forma podría follárselo hasta saciarse y tal vez romperlo en el proceso.

Jimin se sentía cálido y arrullado entre aquellos varoniles brazos. Su cerebro gritaba que esto estaba mal, que saliera corriendo antes de que fuera tarde pero su cuerpo se negaba a obedecer.

Unos ruidos alertaron a su acompañante que rápidamente se levantó de la cama.

— Vístete — ordenó de forma silenciosa al tiempo que recogía sus pantalones y ajustaba el cartucho del arma.

Jimin se estremeció, sabía que estaba borracho, que seguir desconocidos a moteles baratos para tener sexo descontrolado estaba mal, pero  ¿Un mafioso, en serio? 

Temblando por los nervios que se acrecentaban se puso la ropa sin detenerse a buscar sus calzoncillos o sus calcetines.

— Agáchate — demandó el hombre que ahora lucía mucho mayor de lo que pensaba.

Por la delgada cortina que separaba las habitaciones vio a varios hombres con traje entrar armados hasta los dientes. Gotas de sudor frío se deslizaron por su espalda cuando el hombre de cabello naranja y Jungkook fueron arrastrados al pasillo.

El pelinegro se volteó poniendo su dedo índice en la mitad de sus labios, indicando que no hiciera ruido.

— ¿Dónde está Suga? — cuestionó un hombre de voz áspera al de cabellos naranjas.

— No te incumbe Jian — respondió con tono altanero.

—  ¿ Ah, sí ? — preguntó el hombre con una sonrisa fingida, tomando a Jungkook por el cabello haciéndolo chillar. — ¿A tu zorrita le importará morir? He oído que se las comparten... — rió amargamente poniendo el cañón del revólver en la sien del pelirojo.

— Sal de donde estes Suga o le vuelo los sesos a tu zorra y a Hope.

— ¡No, Kookie! — sollozó Jimin presa del pánico, tapando inmediatamente su boca por haber desobedecido.

Suga rápidamente se agachó hacia él susurrando en su oído

 — Cuando te de la orden lo único que puede pasar por tu cabeza es escapar. No debes llamar a nadie, no debes buscar a nadie, no confíes en nadie. Yo te encontraré.

El rubio asintió sumisamente, absolutamente aterrorizado por la situación.

El mayor se levantó, colocando su arma en alto. Soltando una cínica risa cuando corrió la cortina.

— ¿También te gustan como a mí Jian? Pensé que tenías perras con tetas en tu casa. — Afirmó riendo.

— Déjate de chistes Suga o ¡le vuelo la cabeza! 

El pelinegro tragó con fuerza, a pesar de los años, no había algo que odiara más que la muerte de inocentes.

— ¿Qué quieres? — cuestionó con molestia.

— El cargamento — afirmó retirando el seguro del arma y causando un gemido lastimero de Jungkook. — Quiero saber donde carajos escondiste el maldito cargamento.

Suga rió silenciándose al ver cómo casi el gatillo es apretado. 

— Mira Lei, si pierdes tus cosas no es mi maldito problema. Ahora, suelta al chico.

El hombre sonrió, lanzando a Jungkook que se encontraba sollozando y temblando por los nervios al suelo . — Creo que no nos estamos entendiendo — afirmó disparando en el brazo del menor que gritó por el dolor y se sujetó viendo la sangre correr entre sus dedos. — Tu tienes mi encargo y lo quiero de vuelta ¡Ahora! Sino ¡Me haré un collar con sus dientes y un asiento con su piel! — Aseguró apuntando al pelirojo sangrante y a Hope.

— Eso lo veremos — gruñó Suga disparando directamente a su pecho.

Una lluvia de balas resonó en el lugar, aturdiendo a Jimin que se encontraba petrificado al ver a Jungkook muriendo frente a sus ojos. Su cerebro reaccionó cuando escuchó las palabras que claramente iban dirigidas hacia él.

— ¡Corre! ¡Escapa Jimin! ¡Corre, que yo te encontraré! — le había gritado Suga tomándolo por el hombro y lanzándolo hacia la puerta.

A pasos rápidamente torpes bajó las escaleras, en medio de los gritos, fundiéndose con las personas que escapaban despavoridas del lugar. Cuando sus pies tocaron el pavimento y las sirenas de los carros policiales se instalaron en sus oídos, un solo pensamiento lo dominó. Escapar.

¡Ups! Se nos acabó el calentón y se vino el drama. Sigan sintonizados para más información.

Escape «Yoonmin»Where stories live. Discover now