18. Soy el jefe

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Jin temblaba levemente en las manos del moreno. No era tan ingenuo como para creer que no pasaría nada con él. Con seguridad sabía que estaba jodido. Esta vez fue llevado a un cuarto diferente, estaba amoblado y la luz del sol atravesaba por una gran ventana.

— ¿Cómo te llamas? — preguntó la gruesa voz del peliplata mientras lo soltaba sobre la cama.

— Seok-seokjin — tartamudeó.

Él no puede esperar que yo...

— Quita tu camisa — ordenó el moreno con desdén.

— Por- por favor yo no... no puedo yo...

— No estoy para preguntar dos veces, no tientes a mi paciencia muchacho.

El tiritar del pelirosa se hizo más pronunciado, de todas las porquerías que había tenido que hacer no esperaba que el sexo fuera una de ellas. Sintiendo asco por sí mismo, retiró su camisa lanzándola al suelo y cerrando los ojos. En el momento que iba a desabrochar sus pantalones, RM rió.

— Quieto ahí... Por mucho que lo desees no es lo que imaginas.

Seokjin se ruborizó sintiéndose un poco idiota. Cerró los ojos de nuevo cuando fue consciente de la proximidad del moreno hacia su cuerpo. Delicados dedos evaluaron las marcas en su cuerpo, las miles de cicatrices que estaban repartidas por su pecho y espalda, que le habían causado tanto dolor.

No fue el juguete sexual de Jian Lei, porque en definitiva el hombre era heterosexual, pero había sido algo más que su saco de boxeo. Una respiración se atascó en su garganta cuando el aliento de Namjoon rozó su oreja.

— Puedes vestirte.

El hombre se alejó, cuando el pelirosa se levantó a buscar su camiseta. Escuchó a lejos como la puerta se abría y el peliplata hacía una llamada.

— El mocoso tenía razón — dijo Namjoon a través de la línea — El chico ha sido torturado por un buen tiempo ya.

Jin suspiró pues tal vez, había un poco de esperanza en este momento.

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Jimin luchaba con su instinto, mientras caminaba alrededor de la habitación como si fuese a abrir un hoyo en el suelo. La desesperada mirada del chico de cabello rosa no dejaba su cabeza, hace tan solo unas horas lo habían traído a la casona y había tratado de liberarlo sin éxito. Sabía que estaba en problemas y que nada lo podría salvar esta vez.

— ¡¿Qué fue lo que hiciste?! — entró gritando Yoongi dando un portazo.

— ¿Eh? — reaccionó cruzando los brazos alrededor de su pecho en protección.

— No me hagas preguntar de nuevo, ¡¿Qué fue lo que hiciste?!

— Yo no... — intentó responder el menor, agachando la cabeza y mirando sus regordetas manos.

— ¡Mierda Jimin! ¡¿No querías de vuelta a tu amiguito?! ¡¿Qué pretendías soltando al muchacho?! ¡¿Qué esperabas lograr?!

— ¡Él es inocente! — alegó con incipiente valentía — ¡No tiene por qué estar atado en el maldito sótano!

— ¡Deja de ser tan ingenuo! ¡Maldita sea! ¡Jimin!

Escape «Yoonmin»Where stories live. Discover now