22. Open heart

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Después de estar contemplando más de 10 horas seguidas como el prisionero se retorcía del dolor por los calambres en su recto y abdomen, como sudaba y suplicaba misericordia, Yoongi se encontró aburrido. El hombre era un manojo de dolor que solo decía incoherencias. En consecuencia, decidió que dejaría que sus extremidades se pudrieran en los amarres y se largaría de allí. 

Tanto tiempo en el sótano había dejado sus ojos sensibles a la luz, sorprendido de que aún hubiese alguna, viendo cómo el sol se escondía en el horizonte. Al pisar la estancia recordó el grave caso de bolas azules con el que Jimin lo abandonó hace unas horas, llenándose de ira y frustración sexual en un instante. Con el ceño fruncido subió las escaleras de dos en dos, con una sola idea en la cabeza. Se follaría al menor y lo haría pagar por ser una zorra provocadora.

En frente de la gran puerta, tomó una profunda respiración y entró enfocando la amargura contenida. La rubia cabellera dio un pequeño salto en la cama diciendo 

— Jin hyung ¿Creé usted que- 

— Te estás equivocando de persona, mocoso insolente — respondió Yoongi con una sonrisa insinuante en su rostro. El pelinegro rió, una risa suave y ligera, como cuando ves un un gatito cayendo del sofá.

El menudo cuerpo de Jimin se estremeció, se levantó como un resorte y se ubicó en posición de defensa, con sus pupilas completamente dilatadas frente a su agresor. 

— No te atrevas a acercarte Yoongi — ordenó con voz temblorosa. 

El mayor rió, dando los pocos pasos que faltaban hasta el chico. Sujetó el sedoso cabello rubio con una mano, acercando sus delgados labios a la oreja, susurrando 

— ¿Qué extraño... no decías lo mismo hace un rato, no? Tan dispuesto y servil a una buena mamada — chasqueó la lengua — no vengas mojigato conmigo chiquillo... no funcionará.

El rubio tembló, quiso gritar pero el sonido no abandonó su garganta, sus aullidos de auxilio, los chillidos de terror fueron apagados como un interruptor por el pánico. Por el dolor que lo dominó, el recuerdo de aquella intromisión forzada, de aquella tortura que se sintió eterna. 

Yoongi disfrutaba el miedo que emanaba del dócil cuerpo. Pronto Jimin se entregaría a la lujuria y todo sería como antes, como lo era antes de su "desliz". Lo recostó delicadamente en la cama, viendo como los temblores se hacían un poco más fuertes. 

— Vamos Jimin — lo alentó con voz sedosa — puedes hacerlo mejor...

Aún así el cuerpo contrario no logró reaccionar, el pelinegro lo desnudó con parsimonia, regalando suaves caricias aquí y allá, buscando soltar los encogidos músculos. Retiró su camisa, esperando la reacción de siempre, la fluida respuesta que Jimin solía darle, lanzándose a él con hambre voraz, pero solo se encontró con el pánico, cada vez más grande, más cerca de la superficie. 

Se detuvo un segundo a admirar las curvas del cuerpo debajo suyo y entonces lo notó, el rubio estaba absolutamente rígido, en pánico, a punto de explotar. Tiritaba con el sudor frío y angustioso recorriéndole. Se acercó a besar el cálido cuello, sintiendo las arterias saltar frenéticas, aunque sus ojos se negaron a reconocerlo en el fondo de su mente las palabras fueron pronunciadas. 

No es excitación o lujuria, es físico y puro miedo. No hay nada más que terror por aquellos delicados vasos 

Un silencioso quejido abandonó los labios de Jimin, sonó como un lastimero y doloroso pedido de auxilio. Yoongi se levantó sobre sus codos para observar al chico y entonces el más agudo grito que jamás escuchó le perforó los tímpanos 

— ¡AUXILIOOOOOOO! ¡AYUDA! ¡SÁLVEME ALGUIEN POR FAVOR! 

Gruesas lágrimas empezaron a bajar por las regordetas mejillas mientras el chico hipaba y se ahogaba en sus propias lágrimas.

Escape «Yoonmin»Where stories live. Discover now