9. Cruda realidad

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⚠️¡Aviso! ¡Alusión a métodos de tortura! ⚠️

Jimin miraba la cicatriz en su muñeca con algo de pena. Habían pasado dos meses desde aquella tarde, sin noticias de Kookie, siendo tratado como un cautivo, teniendo rigurosos entrenamientos físicos y claro... largas jornadas sexuales para el mayor. No sabía ya, que era peor, si ser la puta del jefe o tener absoluta conciencia de que estaba hundido hasta el cuello. Pasó sus dedos sobre la piel naciente sintiéndose más miserable aún. Tres golpes en la puerta lo distrajeron.

— Es hora de tu práctica — anunció RM mientras abría y le daba paso.

El rubio se puso en pie con pereza, sintiéndose afligido por sus pensamientos, muchas cosas habían cambiado en su vida y realmente no sabía si había algo de bueno en todo eso. Se decía a sí mismo que sería solo hasta que volviese Jungkook, aunque su cerebro no se engañaba. Muy dentro de su corazón la esperanza moría a cada paso, cada vez que era llamado "La puta del jefe". 

Le avergonzaba saber que todos le tenían respeto solo porque era la fuente de los gritos que se apoderaban de la casa al menos tres veces por semana. Las largas sesiones de sexo no habían podido ser frenadas de ninguna forma, Suga casi que exigía su culo y no daba lugar a reclamos. Al final,  siempre acababa siendo follado en alguna superficie o en la cama del mayor.

A pesar de ello, tenía ciertas ventajas. Nadie lo irrespetaba o se sobrepasaba con él por  llevar un título de pertenencia. Pasaba sus tardes encerrado esperando en la habitación del mayor o entrenado y eso era tal vez lo único que disfrutaba de todo este asunto. Aprender a usar armas, defenderse, pelear, dejar de sentirse tan malditamente indefenso.

Llegó al campo de tiro sin siquiera darse cuenta, cargó el arma con una rapidez impropia de él, puso los protectores sobre sus oídos y comenzó a disparar. Una bala tras otra dieron en el blanco, como si fuese un tirador experimentado y no llevara tan solo 60 días entrenando.

Sintió una mano pellizcarle el trasero e inmediatamente dio la vuelta con la arma en alto, listo para apretar el gatillo.

— Alto ahí pequeño... — dijo Suga con voz suave, acercando las manos al cañón — Solo soy yo. No vayas a disparar.

Jimin sonrió sarcásticamente, haciendo que sus ojos desaparezcan, tornándose en una mueca macabra por el asco que sentía en su interior. El pelinegro rápidamente se abalanzó sobre él lanzando el arma al suelo y restringiéndolo por los brazos, pegando el esponjoso trasero a sus caderas.

— No te hagas el listillo conmigo mocoso — susurró en su oído, mientras acariciaba el suave vientre debajo de la camisa — ¿No querrás que deje de buscar a tu amiguito o si?

El menor pegó un pequeño brinco volviéndose dócil al tacto. No tenía otra opción.

 — Eso... así me gusta — finalizó, dejando húmedos besos en el apetitoso cuello.

A pesar de toda la humillación que Jimin recibía, Suga siempre lo trataba bien. No era delicado o dulce pero era respetuoso, dentro de lo posible, se aseguraba de que tuviera al menos tres comidas al día y no lo compartía con nadie. Para su alivio, nunca se vio obligado a tener sexo con otras personas. Irónicamente, algo dentro de su ser estaba comenzando a desear al hombre que había convertido su vida en un infierno y lo llevó a volverse trizas.

— Mmhg — gimió levemente cuando el pelinegro bajó su mano y acarició su creciente erección sobre el pantalón.

— En definitiva eres un mocoso travieso — susurró el mayor con voz sedosa — Si tan solo supieras todo lo que haré contigo esta noche...

El sensual momento fue detenido por el carraspeo de RM. El pelinegro le dio una mirada de muerte, soltando a Jimin y dejando que éste se recomponga con sus mejillas rojas como un tomate.

— Llegó otro video — anunció el moreno indiferente a la penetrante mirada.

— ¿Ya lo viste? — interrumpió Jimin alarmando.
— Los esperábamos a ustedes.

El rubio se mordió el dedo índice involuntariamente, tomando en un apretado agarre la mano del mayor.




🔍

Los cuatro se encontraban frente al televisor esperando a que la imagen apareciera. No obstante, una gruesa voz vino antes que todo lo demás.

"Es la última vez que envió esto, si no obtengo mi cargamento en menos de una semana lo venderé. Desaparecerá de esta tierra y tal vez regrese a ti por partes, si es que lo hace".

Jimin apretó la superficie más cercana cuando las imágenes aparecieron ante sus ojos. El rostro de Jungkook se encontraba amoratado, lleno de cortes y lugares dolorosos, su labio superior sangraba un poco y tenía algunas heridas que probablemente no habían dejado cicatrizar en su ceja. Sus ojos habían perdido el brillo, estaban llenos de dolor, desconsuelo y desolación, perdidos en la nada. 

Su cabeza fue cubierta por una lona negra, se escucharon sus gritos cargados de pánico mientras la silla a la que se encontraba atado era inclinada hacia atrás, dejando en el aire sus pies y sumergiendo su cabeza en un balde. Podía ver cómo su pecho se llenaba con el agua, colapsando cuando se quedaba sin aire, respirando el líquido como última opción. Pasaron unos eternos segundos hasta que fue sacado, escuchándose como escupía y tosía tras la asfixia temporal. 

Hombres vestidos de negro se acercaron a él, le golpearon en el estómago, cuando trataba de recuperarse del ahogamiento. Enderezaron la silla y acercaron una mesa. Jimin estuvo a punto de vomitar en el momento en que tomaron aquellas armas medievales. 

—¡NO! — gritó completamente destrozado al ver que comenzaron a arrancar una a una las uñas de las manos de Jungkook. La sangre corría por sus pantalones mientras forcejeaba para soltarse y rogaba clemencia. 

Algunos segundos pasaron y en el cuarto dedo de su mano izquierda, el cuerpo de su mejor amigo colapsó, perdiendo el conocimiento. Con la sangrienta imagen, Jimin cayó al suelo vomitando. Llenó la habitación con un grito desesperado que desgarró su garganta. 

La pantalla se había puesto en negro con la sangrienta escena. Los gritos del menor no cesaban, entretanto todo su cuerpo temblaba en duros sollozos en medio del olor nauseabundo.  Suga lo observaba nervioso, haciendo un gesto a los demás para que se retiraran y trató de acercarse al menor que ahora tiritaba más fuerte a punto de convulsionar. Los fuertes brazos del pelinegro lo rodearon mientras los incontrolables espasmos y los alaridos de terror tomaban todo el control de forma permanente.

Para contextualizarlos mejor, nuestro no tan pequeño Jimin se encuentra teniendo lo que se conoce como un ataque de pánico. Las personas que lo padecen suelen sentir como si fueran a morir de forma MUY literal. Es una experiencia que se apodera de su cuerpo de forma incontrolable. 

Sé que esta semana me demoré pero estuve bastante ocupada espero me perdonen. 

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¡Por favor comenten! Me gusta leerlos también. Los amo. Rían sin moderación y nos vemos la siguiente semana (o tal vez antes quien sabe 😏). 



Escape «Yoonmin»Where stories live. Discover now