30. Arrebatado

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El pelinegro caminó por el frío cementerio con tranquilidad, una especie de paz que pocas veces le recorría. Encontró lo que buscaba rápidamente. Aunque se había encargado de deshonrar el apellido, la tumba siempre se alzaría con orgullo ante él. 

El mausoleo de los Min se erguía con suficiencia en uno de los terrenos más privilegiados del cementerio Bangchon, imponiéndose como una gran pieza arquitectónica. Siendo conscientes de su belleza entraron al lugar, perdiéndose en la brillantez que los rodeaba, mirando absortos la majestuosidad del sitio. Para su sorpresa, la tumba de Jon Sang Min, se encontraba adornada con bellas medallas que relucían como recién lustradas, acompañadas de crisantemos frescos arreglados en frondosos ramos.

Yoongi rió pues al menos a su padre se le había hecho justicia en su muerte, reconociendo el honorable hombre que fue.

— Ay mi viejo ... — recitó con cierta nostalgia — cuánto bien harías estando aquí.

Mientras se sumía en los recuerdos de una vida que se sentía tan lejana como idílica, la puerta del lugar fue cerrada con tanta fuerza que logró que soltaran un pequeño chillido. 

— ¡Pero qué mierdas! — musitó Hoseok — ¡¿Cómo carajos es que se ce-

— ¿Qué curioso no? — preguntó una voz retumbando en toda la estancia — Ustedes llorando aquí a un traidor y sus niñatos indefensos en la habitación de un motel.

— ¡Jimin! — silbó Yoongi espantado conteniendo un gruñido.

De inmediato los tres levantaron sus armas, cargadas y al frente en posición de tiro.

— ¡¿Qué quieres?! — gritó Namjoon cabreado — ¡Si veo tu maldita cabeza, la volaré!

Una risa estruendosa y sínica se escuchó atravesar las paredes.

— Aún no comprendo lo que el estúpido de Jackson vio en ustedes tres.

Min disparó al techo gritando encolerizado.

— ¡Muestra la maldita cara de una buena vez! ¡Hijo de puta!

En ese preciso instante, el fuego cayó sobre ellos como las llamas del infierno; las descargas comenzaron a retumbar en toda el lugar, mostrando solo las luces brillantes de la pólvora al hacer combustión. Se arrastraron juntos hasta una tumba contigua. Se miraron a los ojos como si fueran aquellos chiquillos traviesos que comenzaban la academia con pechos valientes y orgullos gigantes.

— ¿Alguna lesión? — cuestionó Hoseok con los ojos abiertos como platos, dejando entrever el pánico que sentía.

— Ninguna — contestó Yoongi añadiendo — Tenemos que salir de aquí o seremos polvo.

Las detonaciones continuaban sonando a diestra y siniestra aturdiendo su sentido de la orientación, con señas Yoongi les indicó que lo siguieran. Sus espaldas pegadas a la fría pared mientras por un pequeño agujero observaban el exterior. El pelinegro cerró los ojos en el momento en que realizó un rápido conteo.

¡Maldita sea Jian! ¡Tres a treinta! ¡Si que eres un maldito cobarde! 

Hizo señas a sus dos mejores amigos, hermanos de otra madre que la vida le regaló. Algo de nostalgia le recorrió por un instante. 

— Saldremos de aquí... solo... síganme...

Hoseok y Namjoon asintieron, después de tantos años el mayor seguía siendo su líder.

Yoongi detalló el lugar buscando aquel escondite que descubrió cuándo cumplió sus once años.  Aquella tarde de Marzo, su padre pensó que sería una buena idea realizar una reunión en memoria de todos los ancestros Min. Para el pelinegro no fue más que una pésima idea, por lo que optó por averiguar una salida, encontrando una pequeña puertecita en la parte inferior del mausoleo. Como el temerario y revoltoso mocoso que era decidió entrar, encontrando un viejo túnel de tierra que desembocaba más allá del cementerio. Cuando salió su padre y sus tías no hacían más que gritar su nombre a diestra y siniestra, costándole un mes de castigo y regalándole su primera aventura de investigación real. 

Sonrió para sus adentros cuando ubicó la tabla levantada que indicaba la puertecilla, con señas guió a sus compañeros arrastrándose por el suelo hasta el área. Soltó el seguro y saltó. Los demás le siguieron, notando de inmediato como el estridente sonido producto de los disparos era amortiguado. 

— Cuando vine aquí solo existía un camino... pero estaba solo, era un mocoso y el aire estaba disponible. 

Los otros dos asintieron y tomaron con rapidez el camino indicado. Al ver la luz respiraron con tranquilidad, como si todo ese tiempo hubiesen contenido el aire. Observaron a sus espaldas cómo los 30 hombres continuaban disparando hacia el mausoleo, destruyendo parte de su historia. Yoongi rió viendo la estupidez y falta de estrategia de su contrincante, pero un sentimiento ácido se alojó en su sangre cuando fue consciente de una cosa. Jian no estaba en el lugar, su agreste porte no asomaba por el sitio y eso solo lo ubicaba en otra maldita zona. 

Rápidamente tomaron el auto en el que llegaron y se dirigieron al viejo motel, sintiendo los nervios escalar vertiginosamente desde sus entrañas. Al arribar, en ese viejo pasillo, todo su mundo se revolvió. Hoseok corrió tras el cuerpo de Taehyung que se encontraba tendido en el piso, en un charco de sangre bastante comprometedor. Namjoon también reaccionó de inmediato pasando por el desastre, entrando a la habitación y hallando a Seokjin tirado en el suelo llorando.

— ¿Jin? — le llamó con voz preocupada.

El menor levantó su rostro, exponiendo los moretones y la sangre, aumentando su llanto, convirtiéndolo en un lamento desenfrenado de dolor.

— ¿Dónde está Jimin? — gruñó Yoongi después de realizar un escaneo rápido del lugar y no localizar rastros del menor.

— Se lo han llevado — dijo el pelirosa adolorido refugiándose en el amplio pecho del moreno.

— ¡¿QUÉ?! — gritó el mayor escupiendo el corazón por la boca. En un rápido movimiento se lanzó hacia Seokjin y lo arrancó del reconfortante abrazo, zarandeándolo mientras vociferaba

— ¡¿QUÉ MIERDAS ACABAS DE DECIR? ¡¿DÓNDE ESTÁ JIMIN?!

Hoseok se acercó por la puerta cargando a Taehyung por los hombros. El de cabello verde se encontraba cojeando a punto de caer. Viendo el estado de shock de Jin respondió por él.

— El muy hijo de puta vino hasta aquí. Sostuvimos la puerta todo lo que pudimos, pero eran muchos — su voz se ahogó en un gemido de dolor — Jian se lo llevó ante nuestros ojos... peleamos todo lo que pudimos pero nuestra fuerza no fue suficiente.

La expresión de las orbes de Yoongi reflejaba un sentimiento tan descabellado como obscuro. Venganza, ira y pérdida se asomaban sobre la superficie.

El pelinegro se levantó lanzando al de cabello rosa al suelo, Namjoon acudió a él pero este lo detuvo sollozando — La sangre del pasillo es de Jimin... él lo ... lo lastimó.

Y con esas simples palabras Min Yoongi perdió la cabeza. 

Creo que esta mie*** se prendió mucho 😏

PD #1: Los amo con todo mi corazón de pequeño saltamontes. 

PD #2: Tal vez logre una maratón la otra semana.

PD #3: Preguntas, tomates podridos, teorías, dejar aquí. 

PD #4: Rían sin moderación y nos leemos pronto. 

Escape «Yoonmin»Where stories live. Discover now