Capítulo 1

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"Las manillas de las puertas y la palabra M antes de la L"

Eran tan sólo las ocho de la mañana cuando Hollie gimió con increíble disgusto al sentir toda su cabeza hervir en dolor súbitamente. Sus sienes parecían bailar al ritmo de algún diabólico tambor y su garganta se oprimía en un ardor deshidratado incontrolable. Le tomó varios segundos armarse de valor para poder separar sus pestañas y abrir sus perlas cafés al mundo y cuando lo hizo, se juró a sí misma que no había cosa peor que aquella sensación. La misma que deja cada fiesta y los tragos de alcohol que no contó ni evitó. Se sentía pésimo, y no reconocía dónde demonios estaba.

Ni siquiera la casa en donde despertaba tal día. No lucía en nada a la que había llegado ayer por la noche.

Frotando su frente por momentos, observó un buen porcentaje de la población estudiantil tirada al su alrededor. Unos sobre otros y hasta otros dentro de unos por doquier. Vasos, botellas, cajetillas de cigarrillos y otros envoltorios de toda clase de cosas, cubrían el suelo de aquella mansión en terrorífica cantidad, mientras el ambiente destilaba un nauseabundo olor a licor, nicotina, fluidos de dudosos origines y un poco de hierva. Se sorprendía de ella misma si no se encontraba sumamente drogada con tantos químicos envueltos en un solo espacio. Era un completo desastre.

Un típico desastre después de cada reunión a la que iba con Tris y Bailey... Sí, Tris y Bailey. Aquellos personajes hacían falta en su ecuación.

-¡Hollie!

Parpadeó un par de veces y escuchó como si por arte de magia se tratara, a la misma voz que conocía
demasiado para agradarle y casi por instinto lleva su mano a su boca para evitar una arqueada que se cruzaba en su cuerpo. Su abdomen se contrajo y las náuseas se volvieron cada vez más insoportables pero esperó. Un segundo después, la mano de Tris se posó sobre su hombro derecho, y con un leve impulso la hizo girar hacia ella para verle a los ojos, luciendo terriblemente mal. Parecía que incluso su propia prima podía quizás, sentirse peor que ella. Si es que eso era posible. Hollie creía que mientras mas bebía mayor era tu resistencia pero aquello, en tales circunstancias, la hizo dudar de toda teoría remota.

-Al fin te encuentro. Se nos pasó demás la hora. Nos vamos.

Pronunció ella golpeteando con su aliento amargo su rostro, dejando que aquella castaña exhalara con cansancio pero total de acuerdo, no sintiéndose en un estado favorable para seguir más en aquella mansión. Mucho menos si era apenas un lunes por la mañana...

...Oh, puta madre. Los lunes por la mañana solo podían significar una cosa en pleno inicio de agosto.

-¡Mierda! La escuela, lo olvidé por completo.

La mujer frente a ella que caminaba con malos pasos hacia la salida, tratando de esquivar los cuerpos ebrios de los muchachos en el suelo, se detuvo enseguida solo para lanzarle por unos segundos fugaces una mirada de completa incredulidad, y cierta sorpresa no muy grata. Tris no podía creer lo que escuchaba.

-Estás loca si piensas ir hoy. Apestas y te ves fatal.

Hollie rodó sus ojos, creyendo que esas serían justo las palabras perfectas para describir a su prima aquel día. Era ncreíblemente irónico.

-Pues no me queda de otra en día de examen. Llévame, yo regreso a casa sola.

Tris no refutó para su asombro. En su lugar, sólo exhaló abriendo la puerta de la camioneta y lanzando hacia todos lados unos cigarros viejos, que estaban esparcidos sobre la encimera del vehículo.

-Es la única opción que tienes. Llegaré a dormir y ni de chiste me despertaré antes de las cuatro.

Hollie asintió relamiendo sus secos labios, y se limitó a permanecer en silencio. Ya se había esperado con toda seguridad aquella contestación de parte de su prima por lo que no valía la pena renegar. En cambio, deseó con todas sus fuerzas un cigarro para desayuno y sin dudarlo, quiso darse la vuelta hacia el asiento trasero para abrir su boca y pedir uno; Pero sólo un balbuceo se escapó de su carne, no mirando los ojos verdes fastidiados y burlones de Bailey a sus espaldas. Por lo contrario, el viejo cuero rojo sucio del mueble le recibió con extrañeza, dejándole sin mucha dirección.

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