Capítulo 3

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"Hay cosas que son mejor recordar por cuenta propia"

Mansión Harrison, día antes.

Hollie había conseguido verter un poco más de licor en su vaso de fiesta, conforme rodaba sus ojos y una amarga sensación de desagrado se pasó por su garganta. No sabía si se trataba del alcohol o de lo que veía.

A su lado, el cuerpo de Bailey se encontraba balanceándose seductoramente hacia una pelirrosa, que alzaba una de sus piernas para apoyarla en una especie de soporte de la barra, acercándola con demasiada evidencia en coqueteo hacia la ojiverde. Bailey, enterada del cortejo, acarició con disimulo la pantorrilla de ésta para subir lentamente hasta su muslo y sonreír, pícara. A ella parecía gustarle mucho y eso estaba asqueando por alguna razón a Hollie, que notando sus mejillas enrojecerse de más, se empujó hacia la pista de baile, excesivamente irritada.

Sus caderas comenzaron a danzar al ritmo de la música quizás un poco más lento de lo normal, y no pensándolo mucho llevó sus dedos por su cuello, rostro y cabello, hasta alzarlo y sujetarlo entre sus manos, para abrir sus ojos y enfocarlos en Bailey. Ella, que pareció sentir su mirada y se distrajo por instantes de la teñida junto a ella, verificó que Hollie se encontrara bien y perdida entre los borrachos bailarines, a unos metros de ella, confusa fijó sus claras perlas en ella por unos momentos más, hasta decidir que aquello no era tan extraño y poder continuar con su toqueteo a la muchacha a su lado. Esta vez, se dejó besar por la desconocida que le sujetaba de sus mejillas y profundizaba el beso, como si el que Sanders le haya correspondido fuese para ella un premio que debía explotar hasta la última gota.

Hollie quiso gritar.

-¡Rastas...! -Una voz se hizo a sus espaldas, acercándose lo suficiente para lograr poner una mano

en su hombro y hacerla girarse. Wade Lively interrumpió su baile y comenzó en su lugar un ataque de

ira- ¿Dónde aprendiste esos pasos? Deberías enseñarme un poco.

Su aliento repulsivo en vodka y saliva golpeó en su rostro y Hollie sintió un indicio de vomito querer colarse en su lengua pero lo retuvo a tiempo, para rodar sus ojos ante su típica línea y su presencia en general. Él se había vuelto un tanto molesto desde que ella había terminado con él y parecía que su explicación no había sido suficiente. Aún si le había dicho cinco veces contadas, cansada y en diferentes lugares "Ya no me gustas, Wade. Por favor, dejémoslo así", no comprendía cómo alguien podía ser tan insistente. Ni siquiera ella lo era con sus padres, o su prima o incluso su mascota cuando tenía cinco años y era la única fuente segura de aprecio y cariño. No. Hollie simplemente se había aburrido y ya. ¿Qué tan complicado era entender eso?

Sólo que con Wade era otra cosa. Estaba obsesionado o tenía una meta privada de meter su cosa en Hollie sí o sí para tratar de hacerla cambiar de opinión, como decía su prima Tris. De cualquier forma, a ella ni siquiera le había gustado el sexo con él. O él en general. Era un completo y total dolor de cabeza.

-Wade, ya se acabó el licor por aquí. Mejor ve a la siguiente mesa.

Respondió ella con tono cortante, siguiendo con su baile a mitad de canción, e ignorando la voz burlona del rubio a su lado, volvió su concentración nuevamente en Bailey, viéndola esta vez echarle una pequeña ojeada a Lively y de regreso a ella. Entonces a Hollie se le ocurrió algo y sonrió excitada, necesitando poner su plan en acción.

-Sí, sí, Wade, suena genial... -Pronunció desinteresada por los balbuceos del otro, y seguido agregó.- Ven aquí.

Dijo, y atrapando el grueso y rojo cuello del abrigo de futbol del muchacho, lo atrajo hacia ella para comenzar a besarlo de prisa y con torpeza, no estando muy enfocada entre los labios y dientes del chico cuando se las arreglaba para ahora detectar la fulminante mirada de Bailey Sanders, sobre ella. No sabiendo porqué, aquello le supo a victoria.

ACÉPTALO, NENAWhere stories live. Discover now