Capítulo 12

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"De acuerdo, esta es la verdad"

Habían algunas manchas de sangre seca por entre los dedos de Bailey cuando ella se aferró nuevamente a los barrotes que la encerraban, en su celda. Un par de gotas de sudor resbalaron lentamente por sus sienes y tocaron sus mejillas. Su comisura derecha se alzó con sarcasmo conforme repetía aquella palabra en su cabeza, y casi se le escapa una risa de pura amargura y rabia. El suelo estaba algo húmedo y sucio, y demasiado gris.

No podía creer que estaba en una maldita cárcel. O bueno, una especie de retén para menores o... Lo que sea que fuese. Ella no lo creía, porque era una mierda. Una puta jodida mierda.

Hacía apenas una hora, la habían obligado a dejar su pequeña fortaleza a unos metros de la casa de sus padres, donde se encontraba teniendo un pequeño momento con Hollie Price sobre su sillón. Cuando repentinamente, dos mastodontes disfrazados de policía la esposaron y metieron en una patrulla con la razón de que "ella era acusada de violación física y psicológica a un menor de edad". Pero Bailey no había hecho una maldita cosa como esa. Era siquiera estúpido pensarlo, Jesús, porque nunca ha tenido que suplicar a una chica por afecto ya que eso de por sí le era absurdo y por ese motivo ¿en serio se les pasaba por la cabeza creer que Bailey abusaría de Hollie? Es decir, ella podía ser todo lo irreverente y desgraciada que quisieran pero ¿Violar a alguien? ¿En qué jodido universo?

Rodó sus ojos y limpió un poco de sudor de su nariz, relamiendo su agrietada boca.

Obviamente, sus vellos se crisparon cuando se hizo la pregunta de cómo rayos habían dado con su paradero y encima con aquella locura en su acusación. Porque aunque los rumores ya se alejaban del instituto Mil West, Sanders no había oído a nadie más mencionar o recordar la remota conexión entre ambas muchachas más que, quien sea que enviara los mensajes y notas con todas las advertencias y amenazas.

Eso era mucho más tétrico y podrido. Ya que significaba que entonces sí había alguien vigilándolas y eh, sí, alguien quería jugar con ellas... Sabía Dios hasta qué punto. Quien sea que fuese, había logrado averiguar dónde estaban y exactamente cuándo. Tal vez hasta las había visto por la ventana. Tal vez las ha estado observando todo ese tiempo...

...Tampoco quería averiguar o pensar en eso. No al menos por ahora. No estando en una cárcel.

Uno de los policías, el más joven y cara-de-idiota de todos, alzó sus ojos para verla y una sonrisa en burla se disfrazó bajo la sombra de su sombrero. Bailey presionó sus labios contra sí, y sin dudarlo levantó el dedo del medio hacia él, murmurando un "Por tu culo" sin voz. El muchacho tocó el arma que reposaba en su cinturón a un costado de sus caderas, y ella le sonrió esta vez, tal y como él quería hacerlo en un principio.

Eran todos unos imbéciles.

-¿Ya estás lista para hablar o prefieres seguir retrasando tu sentencia? -El corpulento, alto y de bigote blanco se acercó hacia ella, cogiendo en su diestra una casi fría taza de café. Bailey apenas le vio con pereza, apoyando su frente en el helado metal de un barrote- No vas a conseguir nada de esto, Sanders.

Pero ella entornó sus ojos, enderezándose con sumo fastidio, para así alzar su barbilla y retirar su cabello hacia atrás, sintiéndolo sucio y oloroso a la calle. No apartó sus perlas en ningún momento del sujeto frente a ella, y él tampoco.

-No voy a conseguir una mierda de esto porque yo hice nada, oficial. -Contestó arrastrando las palabras de su boca, y llevando su pulgar hasta su oreja, para rascarla al hacer una ligera mueca de aburrimiento.- No necesito obligar a nadie a que se acueste conmigo y menos a una menor de edad.

-Sabes que la demanda es muy clara.

-Sí... -Exhaló pesadamente, echando un vistazo hacia su derecha y luego al hombre.- Tan clara que lo único que muestra es lo idiota que son ustedes y el maldito trabajo basura que hace la policía de Delphia.

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