Capítulo 23

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"Todo significa algo"

Mansión Harrison, semanas atrás.

-Escucha, quédate aquí y duerme un rato ¿vale? Me quedaré afuera para vigilar que Wade u otro imbécil no vuelva.

Bailey cerró la puerta con precisión y tragó saliva pesadamente. Algunas gotas de sudor se resbalaron por su frente y ella las limpió de inmediato, juntando fugazmente sus cejas. A pesar de que había estado tomando varios tragos antes de esa extraña irrupción de Hollie Price -y juraba que estaba mareada hace unos minutos- todo efecto del licor mágicamente se había esfumado. Ella presentía porqué; y por quién.

Pasaba cada que Hollie siquiera le miraba. Cada que siquiera le veía moverse en el pasillo del instituto, entre los descansos. Pasaba cada que se cruzaba por su mente con esas rastas y ese andar indiferente. Pasaba aún más esa misma noche, en la fiesta que daba Taylor Harrison, cuando quiso hacer una peculiar escena con su ex novio Wade Lively y había terminado más violenta y tediosa de lo que esperaba. Si es que se lo había llegado a esperar por casualidad.

Era irónico, no era ni la mitad de la madrugada, la bebida no se acababa y ella ya estaba harta de eso. Y del mismo sabor agridulce sobre su lengua que dejaba Hollie Price, y el terrible recordatorio en su consciencia de; ey, ella es imposible, chica. Olvídalo. Basura.

-Hasta que sales de ahí.

Una voz masculina la cogió desprevenida y Bailey se aferró a la pared a su lado tragando la bilis. Maldijo entre dientes y echó hacia atrás su cabello, para alzar su rostro y encontrarse con la persona que le hablaba. Wade le sonreía de lado con malicia, pero evidente molestia.

-Lo siento, ya he tenido suficiente de borrachos por hoy. Mejor vuelve a la fiesta, Lively.

-¿Por qué no vuelves tú? -Exigió el muchacho en respuesta, raspando la frase en un gruñido, y colocando una de sus manos en la baranda de las escaleras, prohibió el paso a la pelinegra dando una gran pisada adelante, al tiempo que ella la daba hacia atrás.- Dime qué carajos tienes con Hollie y qué quieres de ella.

Las comisuras de Bailey se alzaron con burla enseguida que oyeron aquello y ella mordió su mejilla interior para querer calmarse, y no sucumbir ante las tonterías que Lively buscaba a continuación. Los ojos azules del mariscal se bamboleaban con pereza tras sus caídos párpados y Sanders suspiró con fastidio, observándole. Estaba lo bastante borracho como para ser más imbécil de lo que ya era y no enfocarle con claridad.

Obviamente, no lo valía.

-Mira, estás... Terriblemente confundido ahora ¿sí? Y lo comprendo, tu cerebro se baña en tequila con vodka ahora pero, Wade... -Rodó sus ojos, bajando sus hombros en una larga exhalación.- Deliras.

-¿Deliro? ¿Tú me dices que yo deliro?

La manaza del muchacho arremetió contra el sólido a su lado y Bailey frunció su ceño, encogiéndose apenas. No era que le asombraba la actitud violenta de Lively, sino el que ella aún no sabía cómo reaccionar ante ella. Le faltaba práctica.

-Te he hecho una pregunta. -Sin embargo él siguió firme, y la pelinegra tensó su mandíbula, de nuevo.- Bailey, vas a decirme qué hay entre tú y Hollie o te juro que...

-¿Me juras qué? -Pero ella por su parte enseguida atajó al oír la amenaza a medio camino, parpadeando confundida y también; irritada.- ¿Qué pretendes hacerme? ¿Te atreves a algo acaso? ¿Qué mierdas quieres ahora, Wade?

El rostro del mariscal había sido molesto y descontrolado todo esos instantes con la ojiverde, viéndose tan borracho y torpe como sólo él conseguía con unos vasos de licor... Hasta justo ese preciso entonces.

ACÉPTALO, NENAWo Geschichten leben. Entdecke jetzt