Capítulo 29

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"A Tus Espaldas"

Cuando Hollie había regresado a la sala de espera para visitar a su prima aquel día, ella cogió con mayor firmeza su bolsa donde escondía un par de ponquesitos de chocolate que le había comprado a Tris para hacerla salir unos instantes de ese infernal menú de hospital y disimuló al cruzar en el pasillo.

La bonita bufanda gris que se entorchaba en su cuello la mantuvo cálida ante el ridículo frío del lugar y se preguntó con ironía porqué debían ser tan helados los centros de salud, si aún no estaba nadie muerto. No era como si debiesen acostumbrarse ya a la idea, se suponía que iban ahí para vivir.

-¡Mierda..!

Quiso susurrar lo más bajo posible, maldiciendo el precipitarse cuando su teléfono vibró fuertemente en su bolsillo trasero y rodando los ojos, minimizó la prisa de sus pasos para así detenerse en un rincón y lograr revisar el mismo. Podía ser Sanders quien se comunicaba, habían quedado las dos en estar al tanto de sus móviles cada instante.

-Señorita, no debería estar de pie ahí. Puede obstaculizar el paso a los enfermeros de emergencia.

Una simpática señora con bata blanca y placa de "Dra. Perez" le advirtió tras sus gafas y Hollie sonrió apenada.

-Sólo serán unos segundos. Mi madre llama.

Mintió y sonriendo con timidez observó a la mujer asentir y desaparecer con recelo murmurando un "Que sean sólo segundos" para así ella girar nuevamente su rostro hasta la pantalla y abrir el nuevo mensaje que llenaba su buzón de entrada. Pero no había remitente conocido para ella, sino lo contrario.

La bilis subió hasta su garganta.

"¿Sabías que los muertos a veces se van sin culpa? Bueno, digo, sólo a veces porque, querida, el verdadero culpable reposa justo a tu lado. Tan full de vida que te cagas en tus pantalones. Hola, hola. Volví... Aunque nunca me fui".

Los dedos de Hollie vibraron amenazando con dejar caer el aparato y sus ojos sintieron el ardor de las lágrimas querer desbordar por sus mejillas. Por pocos parpadeos, quiso convencerse de que se trataba sólo de una broma de algún estúpido que había leído las noticias pero la sensación de heladez y perversión corrompió sus falsas esperanzas. La espeluznante forma de escribir, de poder cortar con tales amenazas era una que conocía ya muy bien. Las había perturbado por eterno rato. Era su maldito acosador anónimo.

Las rastas que colgaban cerca de sus sienes tropezaron con velocidad, cuando ella se giró a su izquierda y derecha queriendo hallar un rostro conocido. Uno lleno de delineador y labios gruesos algo resecos. A Sanders, evidentemente, pero no le encontró. Ella estaba en otro lío, no iba a poder rescatar a Hollie de su precipicio. Esta vez no.

Tendría que esperar, tendría que irse por la vía más rápida y cercana; Tris.

Con un gran vacío que se extendía por su estómago hasta el nudo en su cerrada garganta, Hollie tecleó un texto a Bailey Jane que le anunciaba lo urgente del asunto y sin perder más tiempo se sumergió tras los pasillos en busca de la habitación de su prima. No tardó demasiadas zancadas y tampoco se dio cuenta, cuando ya abría la puerta de una palmada y se volvía para ver una Tris Simons metiendo un gran bocado de pudín de chocolate a su boca. Bocado que quedó a medio probar, al asustarse ligeramente por la sorpresiva entrada de su prima, Hollie.

-Ey, pensé que no llegarías hasta dentro de unos minutos -Limpió el dulce de su comisura con un lengüetazo y le observó- ¿Qué ocurre? Luces como el fantasma al que asustaron.

-Algo terrible.

Price apenas pronunció, sacándose la bufanda alrededor de su cuello y colgándosela a su familiar, muy superficialmente.

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